martes, 24 de diciembre de 2019

Nuestra Primera Navidad



«Minuit, chrétiens», conocido en español como «Oh Santa noche» y en inglés como «O Holy Night» es un cántico navideño compuesto en 1847 con música del compositor Adolphe Adam y letra escrita en 1843 originalmente en lengua francesa por Placide Cappeau.

Oremos
Oh Dios, que nos alegras con la expectación anual de nuestra Redención; haz que así como recibimos gozosos a tu Unigénito como Redentor, lo recibamos también confiados cuando venga como juez. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.


¡Feliz Navidad a todos vosotros!


martes, 17 de diciembre de 2019

En la Tempestad de la Democracia




Los males del mundo moderno (y de cualquier época) lo resume muy fácilmente el Papa Pio XI (1857-1939) al inicio de su encíclica Quas primas:

“Este cúmulo de males había invadido la tierra, porque la mayoría de los hombres se habían alejado de Jesucristo y de su ley santísima, así en su vida y costumbres como en la familia y en la gobernación del Estado, sino también que nunca resplandecería una esperanza cierta de paz verdadera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones negasen y rechazasen el imperio de nuestro Salvador.”

Hace unos días asumió el gobierno de la República Argentina, el señor Alberto Ángel Fernández, un tipo irrelevante cuya elección se debe a que detrás de él se encontraba la señora Cristina Fernández de Kirchner; una mujer pérfida que ejerció de presidenta de la Nación desde 10 de diciembre de 2007 hasta 9 de diciembre de 2015.

El señor Alberto suplanta así al seudo-liberal Mauricio Macri en la administración nacional; Macri fue un gobierno que pudiendo hacer mucho bien, se dedicó a lo poco y a lo estúpido. Dejando al partido Cambiemos en el pasado, vuelve a gobernar el socialismo berreta del peronismo argentino; Vuelve a gobernar un sistema hijo del comunismo que ha fracasado en nuestra nación por la misma razón que fracasan todos los sistemas políticos implementados, aun los nominalmente católicos, si los hay: Son demócratas e hijos de la democracia y por tanto enemigos de Cristo Rey.

Como cristianos repetimos con san Pablo que: Todos han de someterse a las potestades superiores; porque no hay potestad que no esté bajo Dios, y las que hay han sido ordenadas por Dios (Romanos XIII, 1 Straubinger). Pero sabemos bien que estas potestades a las que le debemos obediencia  no son ni un fin en si mismas, ni son obedecibles en todo porque todos están bajo la potestad de las leyes divina y natural, no podemos obedecer cuando se manda lo contrario a estas Leyes.

Rescatados habéis sido a gran costa, no queráis haceros esclavos de los hombres” (I Corintios VII, 23 Torres Amat).

No somos ciudadanos de este mundo, al contrario, nuestra casa está en el cielo con el glorioso Redentor, y no en este valle de lágrimas pero esa no es excusa para no preocuparnos de las cosas del mundo. Al contrario, cuando la Iglesia se vio libre de la persecución romana, comenzó a adentrarse en todos los ámbitos de la vida pública del decadente Imperio romano y lo levanto de las cenizas; No por una búsqueda egoísta del poder o la influencia sino por el hecho de que vivía en el mundo y es necesario bautizarlo en todas sus realidades (siempre y cuando sean bautizables).

Los cristianos somos meros peregrinos en este desierto, nuestra Patria no es de aquí, pero eso no quita la obligación que tenemos de tratar de que este pobre suelo se parezca al cielo. Eso fue lo que hicieron los monjes y los cristianos en ese muy poco estudiado periodo de la  historia del mundo llamado Edad Media, que más bien debería llamarse simplemente Cristiandad: Esto lo resume muy bien el papa León XIII en su encíclica Immortale Dei, sobre la constitución cristiana de los estados, al decir:

Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados. En aquella época la eficacia propia de la sabiduría cristiana y su virtud divina habían penetrado en las leyes, en las instituciones, en la moral de los pueblos, infiltrándose en todas las clases y relaciones de la sociedad. La religión fundada por Jesucristo se veía colocada firmemente en el grado de honor que le corresponde y florecía en todas partes gracias a la adhesión benévola de los gobernantes y a la tutela legítima de los magistrados. El sacerdocio y el imperio vivían unidos en mutua concordia y amistoso consorcio de voluntades. Organizado de este modo, el Estado produjo bienes superiores a toda esperanza. Todavía subsiste la memoria de estos beneficios y quedará vigente en innumerables monumentos históricos que ninguna corruptora habilidad de los adversarios podrá desvirtuar u oscurecer. (Immortale Dei nº9).

Jean Francois Millet - El Ángelus, Orsay 1857-1859


Ahora bien, ¿Qué pasa con la democracia? La democracia actual es un insulto a todo esto, es una blasfemia contra Cristo Rey por ser dependiente de la falsa idea de la verdad del número (tiranía en realidad), el ius positivismo, etc. No entroniza a Dios en la sociedad y las leyes para proteger a Dios entronizado en los hogares y personas, sino que lo destrona para destronarlo del corazón de los hombres.
Basta ver en los países más adelantados en la mentira democrática, sean gobernados por derechas o izquierdas, Dios no reina ni gobierna, es una palabra vacía de significado. Si bien se permite la religión, que sea profesada y que sea promovida (en algunos casos al estar tan unida a la tradición nacional hay cierto respeto institucional) pero esto solo en respeto a los números o a sus valores, pero siempre como adorno nunca como fin, que es Cristo reinante. Todo sistema de gobierno, ya sea republicano o monárquico, si no tiene a Cristo como centro de la sociedad está condenado al fracaso tarde o temprano.

Hay algunos tentados a pensar que la monarquía es el mejor sistema de gobierno per se, no es así; Basta ver el ejemplo de las monarquías que abandonaron al Cristo como rey, la Inglaterra protestante y masona es el ejemplo por excelencia.

¿Y en Argentina? Argentina desde hace décadas usa la careta liberal-democrática que no es la suya, porque esta nación nació católica. Por tanto no encaja este perverso sistema y  menos aun cuando tiene pésimos gobernantes como han sido básicamente todos los que ocuparon puestos de poder.

La democracia argentina es particularmente mala porque es hija de una derrota, la de la Guerra de Malvinas. Y es particularmente diabólica porque se ha puesto como el fin y centro de la convivencia social. Es la palabra sacrosanta, si no es democrático es algo malo según dicen sus apóstoles.

El Papa Pio XI vio todos estos males, y puso la medicina en el recuerdo de Cristo como rey absoluto del universo el último domingo de Octubre (*) poco días antes de la Conmemoración de Todos los Santos (1 de noviembre) como signo de a que pueden aspirar los hombres que tengan a Cristo por rey.

¡Cuánto bien le haría a la Conferencia Episcopal releer constantemente la encíclica Quas Primas! Pero nuestros obispos parece ser que prefieren aparecer como apóstolesde la democracia, a del Rey Divino y para tranquilizar conciencias repiten sin cesar la oración Jesucristo, Señor de la historia, a pesar de ser un texto espantoso por su mera filantropía y no catolicidad de creyentes en el reinado social de Jesús.

Que lloren los demócratas y toda su legión.
Pero en nuestros hogares reina el Sagrado Corazón.
Que pongan sus votos y crean gobernar.
Yo elijo el cielo y ver a Dios reinar.


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*La Fiesta de Cristo Rey, durante la reforma litúrgica de los años 60 fue enviada al domingo anterior al Adviento tiempo litúrgico donde los textos son mayoritariamente escatológicos, para vender la imagen de que Jesús reinara al fin de los tiempos y no hay necesidad de que gobierne socialmente hoy.

viernes, 29 de noviembre de 2019

Cincuenta Años de Destrucción



Este 30 de noviembre se cumplen 50 años de la entrada en vigor del Novus Ordo Missae, se cumplen 50 años desde que comienza, en toda la Iglesia católica de rito romano, a utilizarse la liturgia reformada por el Concilio Vaticano II.

En el mundo eclesial no ha habido mucho ruido sobre este aniversario, al parecer pasará inadvertido entre las tragicómicas crónicas de los últimos cincuenta años. Siendo uno de los hechos más significativos en la historia de la Iglesia del siglo XX (y de la historia de la liturgia en general) es muy notable que casi no se diga absolutamente nada sobre este glorioso acontecimiento.

¿Cuál fue la razón de crear (“reformar” según los papeles) una nueva liturgia? ¿No bastaba acaso el anterior ritual? ¿Qué fue lo que pasó para que de rezar en latín comenzáramos a rezar en la lengua vulgar? ¿Es eso o hay cambios más profundos?

La historia oficial y oficiosa es básicamente la siguiente:
Jesucristo nuestro Salvador la noche del primer Jueves Santo, sabiendo que debía morir por todos los hombres al día siguiente, reunió a los Apóstoles en una cena pascual, donde les dejó su Cuerpo y su Sangre bajo apariencia de pan y vino como signo real de su amor. Los cristianos primitivos, en recuerdo de la entrega de Cristo, se reunían frecuentemente a “partir el pan” que llamaban Eucaristía. Luego de las sangrientas persecuciones romanas, la Iglesia ingresa en la Edad Media donde es saturada por los lujos del poder mundano y estos ingresan a la celebración eucarística, convirtiéndola de una sencilla cena a una ceremonia majestuosa y ostentosa alejada del espíritu apostólico de los primeros cristianos. Fue así por siglos, condenando a los fieles a ser espectadores mudos de un rito mistérico y clericalista, en lugar de adoradores del buen Dios y de nuestro hermano Jesús. Pero llegando el siglo XX con todos sus nuevos y sorprendentes avances (como la bomba atómica) la anticuada Iglesia católica reflexiono que su forma cultual era un muro contra este maravilloso tiempo y por tanto había que cambiar la Misa para  hacerla más apta al hombre de hoy y a la vez, devolverle el dulce y suave sabor del cristianismo apostólico. Fue así como, luego del apoteótico y sacrosanto Concilio Vaticano II, la Iglesia se renueva en una nueva liturgia, sencilla y entendible para los cristianos liberados de la esclavitud del latín y del clericalismo antiguo, desagradable al hombre contemporáneo.
La realidad histórica fue otra totalmente distinta…


La Nueva Misa y la liturgia surgida ex nihilo durante los años sesenta son la cara visible que tomo la Iglesia romana para enfrentar al hombre moderno. La antigua Misa, con sus oraciones, su orientación y su estética no eran ya aptas para presentar claramente a la modernidad el viejo mensaje del Evangelio. Había caducado su tiempo, se acabó o para decirlo de otra manera, la commedia è finita. Estamos en otra época, con nuevas cosas y nuevas aspiraciones, la Iglesia debe adaptarse al cambio de época si quiere sobrevivir o desaparecer en el olvido.
Estas frases retumbaban en la conciencia de los prelados del 60, no de todos sino más bien de aquellos que estaban más pendientes del mundo que de Dios. Apremiaba cambiar, no estancarse en los siglos pasados (siglos de santos por cierto). Por eso el imprudente Juan XXIII convoca el Concilio Vaticano II, para realizar su ansiado (pero jamás pedido) aggiornamento (o actualización según se traduzca) y así permitir al rebaño de Cristo el contacto con la no tan mala Modernidad.

  El concilio entra en marcha el 11 de octubre de 1962, no sin antes dos años de exhaustiva preparación en Roma, aunque esta es totalmente irrelevante pues al poco tiempo de iniciar, los documentos preparatorios son tirados por la borda para comenzar de cero. Todo el trabajo de un gran número de católicos eruditos, hechos para ser guía de las discusiones, son descartados para crear otros documentos orientadores ¡en pleno desarrollo del concilio! El resultado catastrófico.

El Vaticano II se desarrolló de esa manera, a los tumbos… porque un grupo determinado de episcopados europeos querían dirigir la Iglesia a su manera, cambiarla según su visión acrítica de la Modernidad y el principal medio de cambio fue la liturgia.

El 8 de diciembre de 1965, día de la Inmaculada Concepción, el concilio da por terminado sus sesiones y comienza el llamado “tiempo de post-concilio” o comienza la edad de la apostasía: Seminarios vaciándose, congregaciones religiosas muriendo, teólogos heréticos enseñando cómodamente en universidades católicas sin ningún tipo de sanción; Sacerdotes dejando el ministerio sagrado en multitudes y la Santa Misa convertida en un circo ridículo y en consecuencia, menos asistencia de feligreses.

Durante esos turbulentos años, el Papa Pablo VI confirmaba y aprobaba todas las decisiones tomadas por el Consilium ad exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia, la comisión encargada de reformar la liturgia según las guías conciliares. Desde su creación en 1963 a los primeros años del 70, esta comisión se encargó de cercenar y destruir la antigua y rica tradición romana según sus gustos y caprichos. Todos los ritos sacramentales, la Misa, las bendiciones y demás ceremonias consagradas por siglos de uso en el corazón de los fieles cristianos fueron despojados de su belleza por un grupo de profesores en una oscura oficina romana.

La contra-reacción fue tardía, el Papa aprobaba todos los cambios y los promulgaba con fuerza de ley para que el pueblo cristiano calle y acepte, sin chistar, estas benignas novedades de la erudición litúrgica.

  Esta reforma no es causa sino consecuencia de una vieja enfermedad que dañaba al cristianismo desde hacía décadas: La liturgia como mero conjunto de ceremonias modificables por la ley. La liturgia es la gracia de Cristo transmitida al hombre; los ritos tienen su razón de ser y a lo largo de la historia fue el pueblo cristiano quien la cultivó conforme se desarrollaba y explicitaba la doctrina cristiana.

La recibimos de los santos, la transmitimos a nuevos santos conforme pase el tiempo; con amor y respeto. No somos dueños de la liturgia como tampoco lo somos de la doctrina, ni aún los pastores y el Papa. Somos transmisores de lo sagrado, incluso de las cosas accidentales, que con respeto y amor pueden ser dejadas, reformadas o conservadas tal como están.

Grabado inglés dónde muestra la purga de elementos “romanistas” de la iglesias de Inglaterra durante la reforma anglicana.

Hace 50 años los católicos rezábamos la Misa en dirección al Oriente mirando a la Cruz…mirábamos a Cristo que vuelve; Hoy, nos encontramos cara a cara con un presidente de asamblea en una reunión para almorzar y a esto llamamos Misa. Y eso es solo un ejemplo mínimo de los cambios, aún hay muchas cosas que tratar sobre la reforma litúrgica (y lo haremos en distintos artículos conforme pasen los días) pero es un cambio profundo y dañino a la naturaleza misma del culto católico.

Nos preguntamos entonces ¿era necesaria una destrucción litúrgica? ¿Ha valido la pena estos 50 años?

“Junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión.” (Salmo CXXXVI,1)

No, al contrario, ha sucedido una desgracia, han invadido la ciudad santa y la han convertido en ruinas. La Misa Romana, la gloria de la Iglesia latina, despojada de su belleza y sacralidad por un grupo minúsculo de estudiosos cegados por su soberbia.

“Yn lle allor, trestyl trist;
Yn lle Krist mae bara.”
San Richard Gwyn (1537-1584).*

Estos cincuenta años han sido de destrucción, destrucción de la Iglesia y del orden cristiano y para esto, primero delenda est liturgia… la liturgia debe ser destruida.
Analizaremos más a profundidad tanto los cambios litúrgicos como los hechos históricos mencionados conforme pasen los días del trágico aniversario de la Nueva Misa.

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Estos versos provienen de las canciones (“carola”) del mártir gales, San Richard Gwyn, la traducción es la siguiente:
“En lugar del altar hay una miserable mesa, en lugar de Cristo hay pan”.
Irónicamente en donde se celebra la Misa de san Ricardo Gwyn en Gales hoy en día habrá una “miserable tabla” (trestyl trist). 

Citado de Pope Paul's New Mass del erudito ingles Michael Davies.

sábado, 9 de noviembre de 2019

De actores y episcopos



Las sombras pestíferas del mundo contemporáneo normalmente parecen ser terribles ponzoñas que lo invaden todo y lo envenenan todo. Y es verdad que son así; sin embargo, estas neblinas diabólicas en algún momento serán vencidas por una suave brisa durante el ocaso histórico.

En el Antiguo Testamento, el profeta Elías huyendo de la pérfida Jezabel, se esconde en una cueva y reza. Dice la Escritura:

“Y he aquí que pasó Yahvé. Un viento grande e impetuoso rompía delante de Yahvé los montes y quebraba las peñas; pero Yahvé no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto; mas Yahvé no estaba en el terremoto. Y después del terremoto, un fuego; pero Yahvé no estaba en el fuego; y tras el fuego, un soplo tranquilo y suave. Al oírlo Elías se cubrió el rostro con su manto y salió…” (II Reyes XIX; 12-13; Straubinger).

Durante una calma brisa, el Señor aparece y en humildad Elías cubre su rostro. El suave y tranquilo viento es símbolo de Dios, desde comienzos mismos de la Creación (Génesis I, 1-2). Aun cuando el hombre comete el pecado que lo separa de Dios, este se presenta tranquilo en la brisa de la tarde con la promesa de un Salvador (Génesis 3, 8.15).

La brisa tranquila de Dios en este siglo esperpéntico para oculta mientras los humos y ráfagas del infierno corrompen el aire de la Creación.

Uno de esos humos venenosos es la antinatural ideología de género, que ataca directamente a la estructura natural de los seres humanos en base al simple gusto subjetivo. Aquellos que suelen leer la basura que tenemos por prensa aquí en Argentina, se podrá dar cuenta efectivamente de eso.

La brújula moral y de acción es el capricho individual de cualquier individuo. Desde aquel que se cree mujer siendo hombre hasta el que se cree gato. Pero no se les puede decir lo evidente, so pena de condena mediática, por el cargo de discriminar.

Hace poco, el arzobispo emérito de La Plata público un artículo titulado La naturalización de lo antinatural, que pasó inadvertido en los ambientes eclesiales (como el Evangelio y el Catecismo) pero permitió a los buitres de los medios seculares darse un banquete contra el episcopus emeritus.


Entre los afectados por los dichos del obispo, estaba el porno-empresario de Marcelo Tinelli, un personaje desagradable a quien el mal gusto porteño ha convertido en referencia cultural de la televisión argentina.

Parece ser que Tinelli es un erudito histórico y experto en análisis de textos, lo digo porque al ser referido en el texto episcopal, su respuesta fue:

“De los curas pedófilos no dijo nada??? No llegué a leer toda la nota, porque sus palabras me hacen recordar a la inquisición”.

Honestidad intelectual no le falta, no termino de leer el texto. Punto a su favor. Y si hablamos de pedofilia, les recomiendo estos vídeos I, II y III, para ver qué clase de fina persona es el viejo verde de don Marcelo.

En cuanto a Inquisición, imagino que si no leyó la nota completa de Aguer (que es muy corta por cierto aunque densa para cierta mentalidad corta de lecturas) jamás habrá leído un libro serio sobre la inquisición. Recomiendo este para empezar.

No abundo entre los cuervos que atacaron al antiguo obispo platense. Si quieren reírse y vomitar pueden leer aquíLo que si me llama la atención es cómo reaccionan a una nota que seguramente no leyeron. Y me recuerda a una cosa que dijo el actor estadounidense Clinton Eastwood Jr. Hace tiempo.

“Vivimos en una generación de maricas”.

Aguer lo dijo más finamente, pero Eastwood lo dijo más claro.

Estos humos pestilentes cubren la luz del Sol y no nos dejan ver la luz que ilumina toda la Creación. Por gracia del cielo, la suave brisa correrá estas tinieblas, una suave brisa salida de los dulces labios del Señor Jesucristo (II Tesalonicenses II,8). Esperemos con fe, esa suave brisa.


viernes, 25 de octubre de 2019

La Tumba de un Cruzado



A Francisco Franco Bahamonde (1892-1975) Caudillo y defensor del católico Reino de España, luego de la profanación de su tumba.

V: Requiem aeternam dona eis, Domine,
R: Et lux perpetua luceat eis.

Salmo CXXX (CXXIX)

De profundis clamavi ad te, Domine;
Domine exaudi vocem meam.
Fiant aures tuae intendentes
in vocem deprecationis meae.
Si iniquitates observaveris,Domine,
Domine, quis sustinebit?
Quia apud te propitiatio est,
et propter legem tuam, sustinui te, Domine.
Sustinuit anima mea in verbo eius;
speravit anima mea in Domino.
A custodia matutina usque ad noctem,
speret Israel in Domino.
Quia apud Dominum misericordia
et copiosa apud eum redemptio.
Et ipse redimet Israel
ex omnibus iniquitatibus eius.

Gloria Patri, et Fili, et Spiritui Sancto.
Sicut erat in principio, et nunc et semper, et in saeccula saeculorum.
Amen.

V: Requiem aeternam dona eis, Domine,
R: Et lux perpetua luceat eis.

Aquí pueden escuchar al profesor Antonio Caponnetto narrando un bello poema en honor al glorioso Caudillo.


¡Viva Cristo Rey!
¡Viva la España católica!
¡Viva Francisco Franco!


jueves, 24 de octubre de 2019

El Amazonas, el Tíber y el Cardenal Newman

Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano (1485-1547)


Hace muchos años leí un libro de historia sobre la Conquista de América. No recuerdo que libro era, pero si recuerdo una parte que narraba la llegada de Hernán Cortés, el 8 de noviembre de 1519 a Tenochtitlán. Mientras Moctezuma le mostraba los imponentes ídolos que los aztecas adoraban, Cortés lo interrumpió en un momento y le dijo:

“¿Cómo puede ser que siendo el rey de tan grande imperio seas tan insensato al adorar por Dios a estas piedras? Ea pues, señor mío, que sobre esta pirámide hemos de colocar la cruz de Cristo y sobre su altar una imagen de nuestra Señora”.

Parece ser que el antiguo deber de convertir paganos al cristianismo ha cambiado estos días. Ya no se colocan imágenes del Salvador y los santos sobre los pedazos destruidos de los ídolos, sino que se coloca ídolos en los templos católicos.

Nos enteramos con mucha indignación que desde hace varios días, en la iglesia Santa Maria in Transpontina, en Roma, se han hecho ciertas ceremonias que no podrían calificarse de litúrgicas (y menos católicas) alrededor de ciertas imágenes de muy mal gusto. Según algunos defensores del oficialismo eclesial, dichas imágenes es “nuestra Señora de la Amazonía”, lo cual consistiría básica y llanamente en una blasfemia contra la Virgen. Otros, las voces oficiales de Roma, reconocieron que dichas imágenes son representaciones alegóricas de la fertilidad y la naturaleza amazónica.

Aquí tenemos varios problemas que considerar:
Si estas imágenes son representaciones de la Santísima Virgen, el culto que se les dio en esa iglesia romana ¿es lícito para un católico? Les recuerdo que los actos cultuales alrededor de estas imágenes consistía en bailes indígenas y cantos tradicionales amazónicos, dirigido por una ministro anglicana (casada con una mujer según me entere) y algunos chamanes.

De no ser imágenes de la Santa Virgen (¡Gracias a Dios!) y representan la fertilidad y naturaleza, definitivamente no es licito rendirle culto de veneración. Primero porque la fertilidad como tal no existe, existen cosas fértiles. La fertilidad como cualidad existe en otros entes que si poseen acto de ser. La naturaleza, por su parte, es criatura de Dios con la cual podemos ver la belleza del Creador, tampoco es algo a lo que debamos darle culto.

"Sí, vanos por naturaleza todos los hombres en quienes había ignorancia de Dios y no fueron capaces de conocer por las cosas buenas que se ven a Aquél que es, ni, atendiendo a las obras, reconocieron al Artífice; Sino que al fuego, al viento, al aire ligero, a la bóveda estrellada, al agua impetuosa o a las lumbreras del cielo los consideraron como dioses, señores del mundo. Que si, cautivados por su belleza, los tomaron por dioses, sepan cuánto les aventaja el Señor de éstos, pues fue el Autor mismo de la belleza quien los creó. Y si fue su poder y eficiencia lo que les dejó sobrecogidos, deduzcan de ahí cuánto más poderoso es Aquel que los hizo; Pues de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor." Sabiduría XIII,(1-5) Biblia de Jerusalén.

Ahora bien, hace pocos días, dos hombres ingresaron por la madrugada a Santa María in Transpontina y se llevaron estos idolitos amazónicos, para arrojarlos al rió Tíber sugestivamente desde un puente cercano al Castel Sant'Angelo (cuyo ángel patrono es san Miguel). Este acto de catolicidad puede verse aquí.

El problema no es eso, que es algo maravilloso, sino las reacciones eclesiales que lo tomaron como un insulto al espíritu…del dialogo. Aunque dicho hecho permitió una real transparencia al reconocer oficialmente desde Roma que dichas imágenes eran ídolos paganos y por tanto no tenían ninguna razón de estar y ser adorados en un templo dedicado a la Madre del único camino al Cielo.

Mientras los católicos aplaudimos aquellos valientes que tiraron al rio esos demonios disfrazados, nuestros señores pastores están escandalizados como si se hubiera declarado una guerra nuclear: “¡Han ofendido a los indígenas!”, “¡No respetan su cultura!”, “¡Racistas!”.

Tatanka Iyotanka más conocido como Toro Sentado (1831-1890) era católico.

Baste decir, que si los ídolos hubieran sido imágenes del dios Thor (rubio y de ojos celestes) aun así lo hubieran tirado al rio. No se trata de razas, los católicos no somos racistas (¿Hispanidad les dice algo?). Los católicos somos cristianos, y adoramos solo al Dios que se hizo hombre en Jesucristo; no tenemos motivo para tener dioses extraños en nuestros templos, porque como dice la Escritura, porque Yo soy Yahvé, tu Dios, un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian (Éxodo XX, 5).

San Benito desruyendo un idolo de Apolo, de Fray Juan Andres Rizzi 



San Gregorio Magno nos narra en su Libros de los Diálogos, donde narra la vida de distintos santos, como san Benito destruyo un ídolo de Apolo y un bosquecillo donde “se adoraban demonios” (¿un Amazonas romano?). Y sobre estos edifico una capilla a san Martin y san Juan. Hoy día san Benito es recordado como el glorioso santo que comenzó la semilla que reconstruyo Europa desde las ruinas del Imperio Romano, pero en su momento ¿era menos grave romper un ídolo que ahora? ¿Por qué los papas no condenaron eso para quedar bien en Roma donde vivían miles de paganos?

Como cereza del postre, Andrea Tornielli, el actual director editorial del Dicasterio para la Comunicación Vaticano, publico un artículo en Vatican News, condenando el hecho de tirar ídolos al río (¿por contaminación quizás?) y citando nada menos que al Cardenal Newman para defender la paganización de la Iglesia.

“El uso de templos y de los dedicados a santos particulares, y a veces decorados con ramas de árboles, incienso, lámparas y velas; las ofrendas ex voto en caso de curación de enfermedades; el agua bendita, el asilo; las fiestas y los tiempos litúrgicos, el uso de calendarios, las procesiones, las bendiciones en los campos, los ornamentos sacerdotales, la tonsura, el anillo utilizado en el matrimonio, el dirigirse hacia el oriente, y en una fecha posterior también las imágenes, tal vez incluso el canto eclesiástico y el Kyrie Eleison: todos son de origen pagano, y han sido santificados por su adopción en la Iglesia”.

El texto citado, pertenece al Essay Development of Christian Doctrine (Ensayo sobre el Desarrollo de la Doctrina Cristiana) de Newman, publicado en 1878. Si bien Tornielli jamás aclaro de que página o capitulo saco la cita lo cual hubiera sido muy útil considerando que es un libro de más de 400 paginas.Yo me tome la molestia de buscarla en su original inglés.

La impresión que tengo después de releer el texto, es que Tornielli pasó por alto un hecho importantísimo.

La Iglesia tomo del paganismo siempre aquello que se pudiera tomar, una vez que esté debidamente “bautizado”. Los ejemplos citados, algunos inexactamente aplicados al paganismo según la moderna historiografía (la cual Newman no tenía, sin por esto quitarle merito a su augusta figura). Son el claro ejemplo de lo que digo: Las bendiciones de los campos no se hacen en nombre de Ceres o Deméter sino en el nombre de Dios, que creo los campos. El canto eclesiástico, si se basa en el modelo de canto de los antiguos romanos, pero uno lee el texto de dichos cantos y se encuentra ante un himno
 a la Trinidad o a una realidad de la religión cristiana terminando con una doxología trinitaria, no hay cantos gregorianos a Júpiter o Poseidón.

Fueron adoptados por la Iglesia porque eran buenos y embellecían la, ya de por si bella, Verdad del Evangelio.

¿Tornielli insinúa que solo porque algo sea pagano debe ser asumido por la Iglesia sin ser debidamente bautizado? Ese será criterio suyo, no el de la Iglesia de Cristo.

domingo, 20 de octubre de 2019

Incomodas Verdades


La Pereza, en La Mesa de los Pecados Capitales, del Bosco (145-1516) representada como un clérigo durmiendo mientras una mujer (la Fe) quiere despertarlo para que cumpla sus deberes,

Con permiso del autor de un blog sumamente interesante, para quienes les gusta nadar en esas aguas, publicamos un artículo sobre una cuestión de urgente consideración para los cristianos actuales, sobre todo aquellos que se consideran “enemigos de la Modernidad”.

No sé cómo llamar al problema tratado, es difícil definirlo en una palabra, pero contare una anécdota para que se comprenda de que estoy hablando.
Hace varios años, cuando cursaba filosofía, un profesor platense me dijo algo que a su vez me llevo al teólogo francés Louis Bouyer (1913-2004).Este profesor era muy versado en filosofía moderna, en especial en Kant. Una vez le pregunto un compañero porque hablaba tantas maravillas de Kant y su filosofía, si al final de la clase terminaría refutando los postulados del autor. El profesor respondió muy sencillamente con; “Para entender a un autor, hay que quererlo un poco”. Después hable personalmente con el profesor sobre esa cuestión y comentamos esta cita del padre Bouyer:

Que el catolicismo post-tridentino tuviera necesidad de tal apertura y hasta, para decirlo con una palabra todavía más osada, de una verdadera conversión al mundo –es decir, en sentido etimológico, de volverse finalmente hacia el mundo, de verlo, de comprenderlo, de tratar de amar-lo tal como es–, es cosa que apenas si tiene necesidad de demostración. Basta con releer los manuales de filosofía de los seminarios, que todavía ayer, como quien dice, concentraban toda la atención de los seminaristas durante los primeros años de estudio; con ellos quedaremos suficientemente edificados. En ellos se presentaba a Descartes, Leibniz, Kant, Hegel, Bergson, etc., como una caterva de cretinos malhechores, que con un solo silogismo, o a lo más con un sorites, se podían liquidar sin más. ¿Marx? El hombre con el cuchillo entre los dientes. ¿Freud? Un viejo verde. ¿Blondel o Le Roy? Modernistas de una perversidad muy particular, pues persistían en seguir siendo católicos... (La Décomposition du Catholicisme, pagina 49; Edición Vórtice).

La cuestión es sencilla: No se puede amar lo que no se conoce y no se puede refutar aquello que no se entiende.

La Biblia es la Palabra de Dios, en ella tenemos la vida y doctrina del divino Salvador. No podemos considerarnos buenos cristianos si no conocemos como mínimo el Evangelio; Allí tenemos la base fundamental de la Fe Católica, y en los concilios y textos de los santos la explicitación de la misma. Pero para hablar de esa Fe con autoridad, es necesario leer. Análogamente para “refutar” a los autores heréticos o errados. Leer a los mismos para comprender sus errores, allí recién se puede refutar verdaderamente.

Sin más aquí el artículo:

Cómo se puede criticar lo que no se ha leído

 De parabel der blinden (en neerlandés, La parábola de los ciegos) de Pieter Brueghel el Viejo (1525-1569)

Me sorprende muchísimo la cantidad de críticas que encontré entre católicos tradicionalistas al Concilio Vaticano II y sin embargo, ni leyeron uno sólo de sus documentos. También conozco tradicionalistas sedevacantistas que no tocaron ni una página de Roberto Bellarmino, ni de Cayetano y mucho menos... la Biblia, pero no se preocupe, en Sursum publicamos muchísimas ediciones de la Biblia para que las pueda descargar. Pase y vea.


Sí, como lo está leyendo. ¿No se sorprende usted que alguien que se llama católico pueda pasar horas y horas en Internet, navegando por páginas webs, foros, grupos de Facebook, cuando no grupos de watsapp y sin embargo... jamás leyó la Biblia "tapa a tapa"? Bueno, yo conocí algunos casos. Algunos de esos católicos gustan de dar cátedra de moral, doctrina y hasta derecho canónico (no saben siquiera que el CIC tiene reglas de interpretación que están en el mismísimo código), pero no leyeron la Biblia.

De la misma manera, conozco algunos ortodoxos que no han leído a los Padres de la Iglesia, sino reseñas y resúmenes de los Padres de la Iglesia, y en base a eso ¡creen que pueden insultar al mismísimo Santo Tomás de Aquino! ¿Y qué decir de los protestantes que nunca pasaron de un artículo de alguna enciclopedia perdida sobre San Agustín, y del Doctor de la Gracia no leyeron ni una sola página?

Pero así, entre la "cristiandad", tenemos críticos de todo que no han leído nada. Tengo decenas de artículos de blogs y hasta de revistas más o menos serias que atacan la crítica bíblica... pero sus autores no saben que es el debate David-Dever y no conocen las implicancias que en todo esto está teniendo la Iglesia Metodista... ni hablar de cuando se trata de filosofía. Así, por ejemplo, hace unas semanas tuve que soportar que alguien me acusara de calvinista tras indicarle que los Concilios no tienen preeminencia sobre la Escritura. ¿Y qué decir de quienes criticaron con tanta acidez la publicación en Sursum de las evidencias sobre la invalidez de las órdenes de Thuc? ¿Acaso no fue la misma burrada de los que me dijeron que yo mismo era "milenarista" por poner a disposición de los lectores "La venida del Mesías en Gloria y Majestad" de Manuel Lacunza Díaz? Y cuando le pregunté a una de esas personas "¿Usted lo leyó?" me contestó: "Con mucho orgullo le digo que no leo nada que no sea el Magisterio de los Santísimos Papas de Roma". Respuesta interesante para un sedevacantista.

Tengo en mi bandeja de entrada varios correos en los cuales se aprecian las "sospechas" al Diccionario portátil de los Concilios, obra que un "genio" tradicionalista me dijo "debe ser cismática oriental", cuando tiene imprimatur romano. De allí que no me llama la atención que muchos tradicionalistas y conservadores hablen del documento preparatorio del Sínodo para Amazonía, sin haberlo leído. Les comento que decidí hacer una prueba. Busqué un texto muy ortodoxo de un autor que está en la cabeza de los heterodoxos: Calvino. ¿Qué hice? Copié entero un párrafo de su Comentario a los sermones de San Juan Crisóstomo y se los compartí a cinco personas: tres sacerdotes (un sedevacantista admirador de Ceriani, un lefebvriano y un independiente que reclama órdenes del obispo Duarte-Costa) y a dos laicos tradicionalistas. Los cincos quedaron maravillados y estasiados con la "claridad" y la "santidad del autor". ¿Acaso medimos la santidad por cómo escribe una persona? Mandé unos párrafos más y los elogios eran increíbles... uno de ellos me dijo incluso que iba a poner esos textos en su "boletín parroquial". Doblé la apuesta, tomé el libro Cristo y su justicia, de E.J. Waggoner, un clásico del adventismo del séptimo día, extraje varios párrafos y los envié... impresionados volvieron a agradecerme. Finalmente les confesé las fuentes de dónde había tomado los textos y quedaron no sólo desilusionados, sino enojados conmigo.

¿Qué fue lo que pasó? Simplemente nunca leyeron lo que criticaban y odiaban. Son esas personas que se escudan con "yo no discuto con los Testigos de Jehová porque eso de andar con la Biblia es de herejes" o lo que es peor "ellos manejan muy bien la Biblia, pero la manejan mal", cuando en realidad, ellos son exactamente iguales que los Testigos: no leyeron la Biblia, conocen algunos pasajes de aquí y de allí, algo de alguna enciclopedia por acá y otro por allá, pero su dedicación a la lectura es tan pobre y tan poco espiritual, que el mínimo viento es capaz de convertirse en un torbellino en sus pobres y áridas mentes.

Por eso leamos, leamos y estemos atentos. Seamos honestos, intelectualmente honestos ante todo. Oremos. Tengamos cuidado de hablar sin saber y más aún, de leer y escribir, sin antes pedir al Señor que nos envié la luz suficiente.

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Agradecemos al autor cuyo original puede leerse aquí.

lunes, 7 de octubre de 2019

Cristianismo y Payasadas



En mi juventud, cuando estaba en catequesis en mi parroquia, solía leer los libros de “formación” que me daban los catequistas para que “creciera” en el amor a Dios y en el conocimientos de la Fe. Puedo decir tristemente que me estafaron; me dieron gato por liebre.

Los libros de catecismo no enseñaban doctrina católica, sino mera “experiencia de Dios” (que es siempre subjetiva). Las actividades eran una triste niñería. Lo poco que valía la pena fue que en algunos alumnos -los que queríamos conocer quién era Dios realmente- al vernos privados de lo que nos correspondía decidimos por nuestra cuenta buscarlo en el Evangelio y en fuentes católicas confiables como son los santos.

Eso nos permitió tener un visión más seria del cristianismo como algo que vale la pena vivirse, algo por lo cual vale la pena morir. Dar la vida por Alguien que la dio por mí, y ese “alguien” no es más ni menos que el Señor Jesucristo, nuestro Salvador; Que por su amor a nosotros, se entrega como cordero a la cruz y hoy reina glorioso y para siempre.

La vida del cristiano que asume esta locura (seguir a un Salvador derrotado) con la esperanza de un cielo, nos hace tomar el cristianismo de manera más seria; No es el cristianismo una sarta de actividades tontas y palabras bonitas, discursos agradables y reuniones amistosas. Es una lucha constante contra nuestra propia debilidad y contra un mundo que es enemigo de nuestro dulce Rey.


Un rey que nos prometió volver cuando menos lo esperemos y gobernar el mundo cuando haya precipitado al infierno las hordas de demonios e impíos que le hacen la guerra a sus súbditos cristianos. En algún momento, este mundo donde comemos y bebemos contentos terminara y Dios juzgara a sus habitantes según sus obras.

Dies irae, dies illa!

Varios amigos católicos, en conversaciones informales, en cafés y por correo, concordamos con que se acercan los días finales; Para nosotros es una alegría como para cualquier corazón creyente. Sin la paranoia milenarista y la locura de dar fechas para fin, sino con la confianza de un pobre cristiano, ansiamos el día en que el Señor vuelva y reine por siempre.

Adveniat Regnum Tuum!

Lo que si nos parte el corazón es ver con pena, como aquel faro de luz que Jesucristo dejo para la humanidad, para que los hombres que caminaban en tinieblas pudieran ver la luz y así encontrar el camino que es Cristo, para ir al cielo, este ocultando su luz. Hablamos claro de la Iglesia, la Iglesia católica, aquella que fundo Jesucristo sobre san Pedro para ser madre y maestra de las naciones y luz ante los hombres está fallando en su misión.

Actualmente, en Roma se celebra el Sínodo de la Amazonia, que culminara el 27 de este mes. Los sínodos a lo largo de la historia de la Iglesia han sido reuniones de obispos para tratar temas concretos por el bien de la vida de la Iglesia en una región en particular. El Sínodo actual, sobre el Amazonas, no trata de esto, en absoluto; Trata sobre algo ajeno a la fe católica, algo incluso satánico.


La misión de la Iglesia es ser luz y sal en la tierra, decir a los cuatro vientos que Jesús murió y resucito; y que solo Él es camino al cielo. Pero si la jerarquía de la Iglesia -cuya única razón de existir es velar porque el pueblo cristiano no pierda la Fe Verdadera, y que los hombres que no la tienen, lleguen a oír el mensaje del Evangelio y a convertirse- no vela por esto, carece por tanto de competencia para su misión, se convierte en burocracia inútil…en siervos inútiles a quienes el Señor les reclamara sus talentos cuando vuelva.

“Vosotros sois la luz del mundo. No puede esconderse una ciudad situada sobre una montaña. Y no se enciende una candela para ponerla debajo del celemín, sino sobre el candelero, y así alumbra a todos los que están en la casa”  (San Mateo V, 14-15)

Los primeros actos del Sínodo si no fueran terriblemente malos serian enormemente cómicos:

-Un acto pagano en los Jardines Vaticanos, donde prácticamente se adoro al demonio.
-Esta mañana inicio el Sínodo con una procesión… ¡De una canoa!

¿Qué sorpresas más nos traerá este Sínodo? ¿Qué  insultos al Señor Jesús, a la Santa Virgen y a los mártires y misioneros católicos?

Roguemos a Dios, que este fuego infernal que han encendido en Roma se apague pronto. Y que las aguas purificadoras de las lágrimas de nuestra penitencia nos hagan mejores católicos por el bien de nuestra herida Iglesia.

Nuestra Señora de los Dolores

En reparación de las blasfemias
Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la Incomparable Madre de Dios la Santísima Virgen María.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José su casto esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

Adoremus in aeternum Sanctissimum Sacramentum
(Adoremos eternamente al Santísimo Sacramento)

Laudate Dominum omnes gentes: laudate eum omnes populi.
Quoniam confirmata est super nos misericordia ejus: Et veritas Domini manet in aeternum.

(Alabad al Señor, naciones todas de la tierra, pueblos todos cantad sus alabanzas. Porque su misericordia se ha confirmado sobre nosotros; y la verdad del Señor permanece eternamente.)

Gloria Patri, Filio, et Spiritui Sancto
Sicut erat in principio, et nunc et semper, et in saecula sæculorum. Amen.

Nota nostálgica:

Procesión de una canoa:
http://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=35973

El acto de reparación fue tomado del libro Devocionario Eucarístico, ediciones “Eucaristía”, Madrid. Página 205.