martes, 24 de diciembre de 2019

Nuestra Primera Navidad



«Minuit, chrétiens», conocido en español como «Oh Santa noche» y en inglés como «O Holy Night» es un cántico navideño compuesto en 1847 con música del compositor Adolphe Adam y letra escrita en 1843 originalmente en lengua francesa por Placide Cappeau.

Oremos
Oh Dios, que nos alegras con la expectación anual de nuestra Redención; haz que así como recibimos gozosos a tu Unigénito como Redentor, lo recibamos también confiados cuando venga como juez. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.


¡Feliz Navidad a todos vosotros!


martes, 17 de diciembre de 2019

En la Tempestad de la Democracia




Los males del mundo moderno (y de cualquier época) lo resume muy fácilmente el Papa Pio XI (1857-1939) al inicio de su encíclica Quas primas:

“Este cúmulo de males había invadido la tierra, porque la mayoría de los hombres se habían alejado de Jesucristo y de su ley santísima, así en su vida y costumbres como en la familia y en la gobernación del Estado, sino también que nunca resplandecería una esperanza cierta de paz verdadera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones negasen y rechazasen el imperio de nuestro Salvador.”

Hace unos días asumió el gobierno de la República Argentina, el señor Alberto Ángel Fernández, un tipo irrelevante cuya elección se debe a que detrás de él se encontraba la señora Cristina Fernández de Kirchner; una mujer pérfida que ejerció de presidenta de la Nación desde 10 de diciembre de 2007 hasta 9 de diciembre de 2015.

El señor Alberto suplanta así al seudo-liberal Mauricio Macri en la administración nacional; Macri fue un gobierno que pudiendo hacer mucho bien, se dedicó a lo poco y a lo estúpido. Dejando al partido Cambiemos en el pasado, vuelve a gobernar el socialismo berreta del peronismo argentino; Vuelve a gobernar un sistema hijo del comunismo que ha fracasado en nuestra nación por la misma razón que fracasan todos los sistemas políticos implementados, aun los nominalmente católicos, si los hay: Son demócratas e hijos de la democracia y por tanto enemigos de Cristo Rey.

Como cristianos repetimos con san Pablo que: Todos han de someterse a las potestades superiores; porque no hay potestad que no esté bajo Dios, y las que hay han sido ordenadas por Dios (Romanos XIII, 1 Straubinger). Pero sabemos bien que estas potestades a las que le debemos obediencia  no son ni un fin en si mismas, ni son obedecibles en todo porque todos están bajo la potestad de las leyes divina y natural, no podemos obedecer cuando se manda lo contrario a estas Leyes.

Rescatados habéis sido a gran costa, no queráis haceros esclavos de los hombres” (I Corintios VII, 23 Torres Amat).

No somos ciudadanos de este mundo, al contrario, nuestra casa está en el cielo con el glorioso Redentor, y no en este valle de lágrimas pero esa no es excusa para no preocuparnos de las cosas del mundo. Al contrario, cuando la Iglesia se vio libre de la persecución romana, comenzó a adentrarse en todos los ámbitos de la vida pública del decadente Imperio romano y lo levanto de las cenizas; No por una búsqueda egoísta del poder o la influencia sino por el hecho de que vivía en el mundo y es necesario bautizarlo en todas sus realidades (siempre y cuando sean bautizables).

Los cristianos somos meros peregrinos en este desierto, nuestra Patria no es de aquí, pero eso no quita la obligación que tenemos de tratar de que este pobre suelo se parezca al cielo. Eso fue lo que hicieron los monjes y los cristianos en ese muy poco estudiado periodo de la  historia del mundo llamado Edad Media, que más bien debería llamarse simplemente Cristiandad: Esto lo resume muy bien el papa León XIII en su encíclica Immortale Dei, sobre la constitución cristiana de los estados, al decir:

Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados. En aquella época la eficacia propia de la sabiduría cristiana y su virtud divina habían penetrado en las leyes, en las instituciones, en la moral de los pueblos, infiltrándose en todas las clases y relaciones de la sociedad. La religión fundada por Jesucristo se veía colocada firmemente en el grado de honor que le corresponde y florecía en todas partes gracias a la adhesión benévola de los gobernantes y a la tutela legítima de los magistrados. El sacerdocio y el imperio vivían unidos en mutua concordia y amistoso consorcio de voluntades. Organizado de este modo, el Estado produjo bienes superiores a toda esperanza. Todavía subsiste la memoria de estos beneficios y quedará vigente en innumerables monumentos históricos que ninguna corruptora habilidad de los adversarios podrá desvirtuar u oscurecer. (Immortale Dei nº9).

Jean Francois Millet - El Ángelus, Orsay 1857-1859


Ahora bien, ¿Qué pasa con la democracia? La democracia actual es un insulto a todo esto, es una blasfemia contra Cristo Rey por ser dependiente de la falsa idea de la verdad del número (tiranía en realidad), el ius positivismo, etc. No entroniza a Dios en la sociedad y las leyes para proteger a Dios entronizado en los hogares y personas, sino que lo destrona para destronarlo del corazón de los hombres.
Basta ver en los países más adelantados en la mentira democrática, sean gobernados por derechas o izquierdas, Dios no reina ni gobierna, es una palabra vacía de significado. Si bien se permite la religión, que sea profesada y que sea promovida (en algunos casos al estar tan unida a la tradición nacional hay cierto respeto institucional) pero esto solo en respeto a los números o a sus valores, pero siempre como adorno nunca como fin, que es Cristo reinante. Todo sistema de gobierno, ya sea republicano o monárquico, si no tiene a Cristo como centro de la sociedad está condenado al fracaso tarde o temprano.

Hay algunos tentados a pensar que la monarquía es el mejor sistema de gobierno per se, no es así; Basta ver el ejemplo de las monarquías que abandonaron al Cristo como rey, la Inglaterra protestante y masona es el ejemplo por excelencia.

¿Y en Argentina? Argentina desde hace décadas usa la careta liberal-democrática que no es la suya, porque esta nación nació católica. Por tanto no encaja este perverso sistema y  menos aun cuando tiene pésimos gobernantes como han sido básicamente todos los que ocuparon puestos de poder.

La democracia argentina es particularmente mala porque es hija de una derrota, la de la Guerra de Malvinas. Y es particularmente diabólica porque se ha puesto como el fin y centro de la convivencia social. Es la palabra sacrosanta, si no es democrático es algo malo según dicen sus apóstoles.

El Papa Pio XI vio todos estos males, y puso la medicina en el recuerdo de Cristo como rey absoluto del universo el último domingo de Octubre (*) poco días antes de la Conmemoración de Todos los Santos (1 de noviembre) como signo de a que pueden aspirar los hombres que tengan a Cristo por rey.

¡Cuánto bien le haría a la Conferencia Episcopal releer constantemente la encíclica Quas Primas! Pero nuestros obispos parece ser que prefieren aparecer como apóstolesde la democracia, a del Rey Divino y para tranquilizar conciencias repiten sin cesar la oración Jesucristo, Señor de la historia, a pesar de ser un texto espantoso por su mera filantropía y no catolicidad de creyentes en el reinado social de Jesús.

Que lloren los demócratas y toda su legión.
Pero en nuestros hogares reina el Sagrado Corazón.
Que pongan sus votos y crean gobernar.
Yo elijo el cielo y ver a Dios reinar.


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*La Fiesta de Cristo Rey, durante la reforma litúrgica de los años 60 fue enviada al domingo anterior al Adviento tiempo litúrgico donde los textos son mayoritariamente escatológicos, para vender la imagen de que Jesús reinara al fin de los tiempos y no hay necesidad de que gobierne socialmente hoy.