domingo, 27 de diciembre de 2020

Tiempo de Navidad

 

"Natividad" - Guido di Pietro "Fray Angélico" OP
(1395 - 18 de marzo de 1455)

Aeterni Parentis splendorem aeternum,
Velatum sub carne videbimus
Deum Infantem, pannis involutum.

Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

 

¡Feliz Navidad a todos vosotros!


martes, 8 de diciembre de 2020

Inmaculada Estrella

 

"Inmaculada Concepción de  los Venerables o de Soult"  
Bartolomé Esteban Murillo (1 de enero de 1618 – 3 de abril de 1682)



Salve, del mar Estrella,
Salve, Madre sagrada
De Dios y siempre Virgen,
Puerta del cielo Santa.

Tomando de Gabriel
El Ave, Virgen alma,
Mudando el nombre de Eva,
Paces divinas trata.

La vista restituye,
Las cadenas desata,
Todos los males quita,
Todos los bienes causa.

Muéstrate Madre, y llegue
Por Ti nuestra esperanza
A quien, por darnos vida,
Nació de tus entrañas.

Entre todas piadosa,
Virgen, en nuestras almas,
Libres de culpa, infunde
Virtud humilde y casta.

Vida nos presta pura,
Camino firme allana;
Que quien a Jesús llega,
Eterno gozo alcanza.

Al Padre, al Hijo, al Santo
Espíritu alabanzas;
Una a los tres le demos,
Y siempre eternas gracias.

¡Feliz Solemnidad de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora!


martes, 1 de diciembre de 2020

Cuando una muerte es un insulto

 

Funeral de un payaso

Por Antonio Caponnetto

Difícil sintetizar en un par de líneas el oscuro fenómeno que desató la muerte de Maradona. Valga el intento:

El sujeto que acaba de morir era un degenerado; un vicioso ostensible, que aglomeró en su conducta todos los pecados capitales. Una contrafigura, un antimodelo, un personaje despreciable. Los filigranas que supo hacer con una pelota no quiso ni supo hacerlo con su vida, a la que llevó, en no pocas ocasiones, al límite mismo del bestialismo. Sus predilecciones hacia la izquierda rabiosa y virulenta, tan ostensibles cuanto básicas, completaron el cuadro de una degradación que parecía no hallar fondo.

La deificación que se le tributó en vida –y que él fomentó como parte de su inmoralidad- hasta la actual apoteósis insensatamente organizada por el gobierno alrededor de su cadaver, muestran como pocas veces en la historia la inmensa y avasallante corrupción que envuelve al poder político, y la penosísima estupidización de las masas, incapaz el uno como las otras, de admirar a los verdaderos arquetipos, pero siempre prontos a glorificar a los canallas.

La reacción oficial de la Iglesia, desde el obsceno Bergoglio hacia abajo, pasando por Poli, Tucho, capellanes futboleros et caterva, fue la previsible en estos tiempos de felonías múltiples e idolatrías formales: se sumó a la oclocracia imperante y desbordada, laudando al finado cual si estuviera ante los funerales de Héctor o el tránsito de un Padre del Yermo. Frases estamparon los encumbrados pretes en estas horas aciagas, que escandalizan y ofenden la vida y la memoria de los hombres de bien. El precitado Tucho, verbigracia, –que al fin de cuentas también se llama Fernández- osó decir que Maradona “nunca perdió la fe popular de los sencillos”. El besólogo episcopal debería saber que el occiso era la cabeza de una “Iglesia Maradoniana”, fundada en Rosario el 30 de octubre de 1998, en nombre de cuyos principios blasfemos pidió ser embalsamado y exhibido. No habrá sido la Pachamama, pero de haberse cumplido con su voluntad póstuma, no habría faltado quien lo llevara después hasta los mismos jardines del Vaticano.

Se repite por todas partes que “al Diego” le debemos felicidad los argentinos todos; que no ha sido sino un surtidor de dichas, gozos y alegrías colectivas. Y el mismísimo Alberto, tras declarar tres días de duelo nacional y ordenar su velatorio en la Casa de Gobierno, usando el mismo argumento de la felicidad emanada por doquier, se preguntó retóricamente: “con qué autoridad moral puede alguien decirle algo?”.

Incidentes en el velorio de Maradona

La respuesta es muy simple: con la autoridad moral que no tiene el que se formula el interrogante. Con la autoridad moral que sí tienen, en cambio, los simples hombres buenos, que a diferencia del orgulloso papi de “Dyhzy”, no son aborteros, ladrones, mentirosos, verdugos de la nación, hermafroditas o mafiosos.

Mala señal para un pueblo cuando su máximo dador de felicidad es precisamente alguien que ha sido la antítesis de las dos condiciones que señalan los maestros clásicos para ser genuinamente feliz: vivir virtuosamente y contemplar lo que rectamente se ama.

Como paradójico saldo positivo del circo tanático orquestado por el Gobierno, quedan varias evidencias. La mentira infame de la cuarentena; el mito del distanciamiento social, la cruel insensatez de embarbijar a la población y la aberración de la llamada neonormalidad. De la noche a la mañana,en cuestión de minutos, todo este andamiaje homicida y tiránico montado por el Gobierno, en consonancia con el Nuevo Orden Mundial al que sirve, se vino completamente abajo. Las multitudes recuperaron por arte de magia la paleonormalidad habitual, ordinaria, común y corriente. Dieron la vuelta al mundo las fotos de esos morochos rubicundos en cuero, “ferné” o “birra” en ristre, amontonados, atiborrados y hacinados; llorando, gritando y mucho más, los unos encima de los otros.

De ahora en más, el ciudadano que siga creyendo en que nos han estado cuidando la salud, a costa de nuestra libertad genuina y de nuestra dignidad creatural, o es un estulto o es un cómplice de la “plandemia”. De ahora en más, lo reiteramos, será tenido por necio o por aliado de la tiranía, el que no advierta que hay muertos de primera y otros de cuarta, que la plata y la fama no tienen protocolos sanitarios que cumplir,y que para los actuales gobernantes se puede prohibir el culto, la educación y la familia, pero se debe permitir el desborde de las hordas futboleras.

Interrogado el asesino Ginés González García acerca del peligro de un contagio masivo ante los desmanes provocados por las tales hordas, respondió con uno de sus flatus vocis: “no se puede ir en contra del pueblo”. Esto es lo que sucede cuando se confía el cuidado de la salud pública a un regenteador de chiqueros, a un repartidor de condones, a un promotor de vacunaciones probadamente dañinas, a un propulsor del filicidio y de la contranatura.


Ha muerto Maradona. Dios sabrá –siempre lo supo, ya lo sabe- lo que tiene que hacer con su alma. A nosotros, más que su previsible muerte, nos duele hasta la sangre, constatar una vez más que,en la patria, hace tiempo ha muerto la Verdad, el Bien y la Belleza.

Ha muerto Maradona. Su muerte, seguida de faraónicos tributos y de libertinajes por doquier, ha sido un insulto para los tantos muertos de estos meses de encierro; apenas dígitos de las estadísticas fraguadas por el oficialismo; apenas bolsas de cenizas; acaso apenas desconsolados agonizantes.

Que a nadie se le ocurra, tras lo visto y vivido, que debemos quedarnos en casa; sin templos, sin escuelas, sin cercanías hogareñas; sin responsos ni festejos ni duelos.

 

Original aquí.

jueves, 5 de noviembre de 2020

Manotazo de ahogado

 

Mons. Eduardo María Taussig

Meses atrás nos enterábamos de las despóticas decisiones del obispo Taussig con respecto a la Comunión en el seminario y diócesis de San Rafael. Nuestra sorpresa se convirtió en tristeza cuando luego se anunció que el Seminario “Santa María Madre de Dios”, uno de los mejores seminarios del país, para fines de año iba a dejar de existir y sus seminaristas serian repartidos entre los demás seminarios argentinos.

Los fieles sanrafaelinos, indignados y con razón, reaccionaron con protestas ante el obispado. Seguidos por gestos de apoyo del resto del país y del mundo (como este video). Recordemos que el seminario de San Rafael ha dado muchos sacerdotes, distinguidos por su piedad y ortodoxia a la Iglesia; Dichos sacerdotes que ejercen hoy en el país y en el mundo han salido de allí, y no podrían estar más contentos en ser hijos de dicha institución.

Carteles colocados en el exterior del Obispado de San Rafael este 1 de noviembre

La indignación de los fieles fue brutal, basta ver las fotos: Pancartas, carteles, marchas, familias enojadas y sacerdotes reclamando los motivos por el cierre de su “casa madre”. Algunos de los carteles pegados en el edificio episcopal son significativas muestras del enojo que los fieles sienten ante la arbitrariedad episcopal (mera sombra del absolutismo papal) no solo por el cierre, sino por la incertidumbre del futuro de los seminaristas.

Siendo sincero, y como lo dije antes, no me gustaría estar en los zapatos de Monseñor Taussig hoy ante sus fieles (ni mañana ante Dios). Su competencia como obispo quedará profundamente cuestionada a los ojos de Roma; Para sus fieles su autoridad y su credibilidad es nula, y los esfuerzos por limpiar su imagen luego de estos hechos son meros manotazos de ahogado. Recientemente ha publicado una carta con intención de calmar a los fieles e invitarlos a dejar las protestas de lado, pero ambas cosas no pasarán.

La carta (que puede leerse aquí) es penosa y muestra la evidente falta de autoridad del obispo Taussig. Si analizamos algunos párrafos con pinzas, hallamos más dudas que respuestas sobre esta penosa situación.

Dice Taussig:

“El cierre del Seminario causa un sufrimiento inmenso a todos: a los seminaristas en primer lugar, que son los más afectados; a sus familias y comunidades; a los sacerdotes y, no menos también, al Obispo”.

¿Hacía falta monseñor? ¡Claro que duele! Y porque duele, es que sus fieles laicos rogaron por respuestas suyas o de Roma; No quieren saber que a usted le duele, quieren saber el porqué de sus acciones sobre este triste asunto, no les tome el pelo.

“El mismo Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer. Llegó hasta la muerte y muerte de cruz. Pero Dios lo resucitó al tercer día y así nos redimió con su sangre. El ejemplo de Jesús nos ilumina a todos y nos invita a seguir sus pasos”.

Interesante analogía, si tomamos en cuenta que este desastroso hecho se dio por la defensa de Jesucristo ante comuniones sacrílegas. Tanto fieles como el clero, se negaron a dar y recibir la Santa Eucaristía en la mano, y seguir con la tradición cristiana de recibirla en la boca por amor y respeto a nuestro Señor Jesucristo, y es a Él a quien debemos obedecer por encima de los hombres, aun “hombres de iglesia”, y sobre todo si estos se comportan falderamente obedientes al poder mundano (hoy me entero que la “comunión en la mano obligatoria” fue una orden civil a los obispos mendocinos). Dudo mucho que sea de buen teólogo, comparar el sacrificio del Hijo de Dios con la obediencia ciega a órdenes injustas.

“Tengo que decirles también que no se dejen manipular. Algunos de los líderes ‘anónimos’  locales, algunos de los que se entrometen sin ser de la Diócesis, y algunas de las agencias informativas que intervienen en nuestra realidad tienen posturas muy críticas y cizañeras contra el Papa Francisco, contra los santos Papas anteriores y aun contra el Concilio Vaticano II (…) No se dejen instrumentalizar y sepan reconocer las voces de sus legítimos pastores”.

¡Ah! No falta el caballito de batalla esgrimido en los últimos 50 años ¡critican al Concilio! Aunque no viene al caso hablar de un fracaso eclesial de hace más medio siglo, sino ver como siempre se utiliza este falso argumento en estas circunstancias: Usted no obedece al concilio, usted es malo, cambie y obedezca. ¿Qué importa si los medios que informan sobre este desastre son “críticos del concilio”? ¡No importa un comino! Importa el mensaje, no el mensajero; Y el mensaje es ¿Qué rayos pasará con el seminario? ¿Los seminaristas? ¿Nos darán respuestas?  Mucho me temo que se seguirá atacando al mensajero para no oír su mensaje.

“Pido a todos que no concurran a estas convocatorias anónimas. Agravan la situación y pueden perjudicar más a los mismos seminaristas, que todos queremos cuidar. Y, más allá de las buenas intenciones de algunos, serán interpretadas como gestos de rebeldía y contestación…”

Tristemente su pedido será desoído, querido monseñor, porque las contrarrevoluciones siempre son populares. A toda injusticia le corresponde una contestación justa, y los fieles sanrafaelinos han estado a la altura, y con justa razón pueden ser llamados “La Vandeé de los Andes”. Y de todo corazón, esperemos que la batalla continúe, por amor a la verdad y a la justicia, terminando en la victoria del bien sobre el despotismo episcopal.

No será en vano

Mi sincero deseo con respecto a Taussig, es que recapacite y suplique a Roma el fin de esta injusticia, y si no es el caso, que la resista con hombría como sus fieles y su clero. Esperemos que pronto los días traigan buenas noticias a las tierras del arcángel San Rafael.

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Interesantes aportes aquí:

Charla entre Patricio Lons y Andrea Greco de Álvarez en relacione al cierre del seminario (video).

Las ilustradoras imágenes de los afiches pegados en el obispado (aquí y aquí).

sábado, 31 de octubre de 2020

Día de Todos los Santos

 


La razón por la cual hemos querido establecer esta festividad en día de domingo es para que no tan sólo el clero honre a Cristo Rey con la celebración de la misa y el rezo del oficio divino, sino para que también el pueblo, libre de las preocupaciones y con espíritu de santa alegría, rinda a Cristo preclaro testimonio de su obediencia y devoción. Nos pareció también el último domingo de octubre mucho más acomodado para esta festividad que todos los demás, porque en él casi finaliza el año litúrgico; pues así sucederá que los misterios de la vida de Cristo, conmemorados en el transcurso del año, terminen y reciban coronamiento en esta solemnidad de Cristo Rey, y antes de celebrar la gloria de Todos los Santos, se celebrará y se exaltará la gloria de aquel que triunfa en todos los santos y elegidos. Sea, pues, vuestro deber y vuestro oficio, venerables hermanos, hacer de modo que a la celebración de esta fiesta anual preceda, en días determinados, un curso de predicación al pueblo en todas las parroquias, de manera que, instruidos cuidadosamente los fieles sobre la naturaleza, la significación e importancia de esta festividad, emprendan y ordenen un género de vida que sea verdaderamente digno de los que anhelan servir amorosa y fielmente a su Rey, Jesucristo.

Encíclica Quas Primas del Papa Pío XI, del 11 de diciembre de 1925



¡Feliz Solemnidad de Todos los Santos!

domingo, 25 de octubre de 2020

Domingo del Rey

 


Omnipotente y sempiterno Dios, que en tu amado Hijo, Rey universal, quisiste restaurarlo todo; concédenos propicio: que todos los pueblos Gentiles disgregados por la herida del pecado, se sometan a su suavísimo gobierno. Que contigo vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos.

Oración colecta de la Misa del Domingo de Cristo Rey



¡Feliz Fiesta de Cristo Rey a todos vosotros!


lunes, 19 de octubre de 2020

Gato por liebre

 

La vida cristiana no es fácil si tomamos en cuenta la pesada carga de la débil naturaleza humana. Los hombres somos propensos a pecar porque nuestra naturaleza está herida por la falta de nuestros primeros padres, y su cura no puede darla el hombre; Si no solamente Dios.

La muerte de Cristo en la cruz abrió a la humanidad las puertas de la gracia divina; así con ella, el hombre se vea libre de las cadenas del pecado y pueda obrar para el bien. Si mi memoria no me falla, esta es, en resumen, la doctrina católica de la salvación y el mensaje claro del Evangelio.

Somos pecadores heridos, Dios nos perdona en la muerte de su Hijo, y gracias a este sacrificio podemos limpiarnos del pecado y cambiar una vida mala por una vida virtuosa. ¿Puede haber vida virtuosa fuera de Jesucristo? Si, la hubo durante la Antigua Alianza y aun entre los paganos; pero solo en Jesucristo dichas buenas obras son por gracia sobrenatural y no mera obediencia a la ley natural.

Monseño Gabriel Antonio Mestre, actual obispo de Mar de Plata

En los Evangelios, el Señor se encuentra con muchos personajes que buscaban cambiar su vida para bien: Nicodemo (San Juan III, 1-21), el joven rico (San Marcos X, 1-21), la mujer samaritana (San Juan IV, 1-42). Ellos tenían en común el deseo de conocer la verdad y hacer el bien. Cuando se conoce la verdad, solo queda obrar en consecuencia, ya sea aceptándola o rechazándola.

Jesucristo les señalo la verdad, y el camino de salvación que debían seguir para ser felices en la voluntad del Padre; Y el camino es el mismo ayer, hoy y siempre: Yo soy el camino, la verdad, y la vida: Nadie viene al Padre sino por mí (San Juan XIV, 6).

Hace unos días la diócesis de Mar de Plata dejo de costado estas verdades evangélicas por novedades sentimentalistas. En un video realizado durante los talleres de la Invasión de Pueblos (una mini Jornada Mundial de la Juventud) ofrecieron el testimonio de un homosexual sobre su práctica de la vida cristiana. La sorpresa nos la pegamos cuando a lo largo de todo el video el señor en cuestión no dice absolutamente nada que nos haga entender que ha decidido luchar contra su tendencia y vivir según las normas de la naturaleza humana con ayuda de la gracia de Dios. Más bien, se da a entender que vivirá de esta manera el resto de sus días porque lo que importa es que es feliz así, no que en Dios encontrará la felicidad si obedece su voluntad. Ya no importa que es lo que Dios quiere para nosotros, su voluntad para cada uno y la vocación, si se quiere usar este término, que nos da para alcanzar nuestra felicidad, que siendo cristianos, no es otra que la santidad. Y la santidad solo se obtiene de una sola manera, como dijo el Señor en el Evangelio: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y sígame (San Marcos 8,34). La vida cristiana al igual que la meramente terrena está acompañada de dolor, porque el mundo caído es así, la diferencia es que a la cristiana es acompañada de la gracia y de la promesa del cielo. El dolor no es en vano, si no es el camino necesario para la vida eterna, y con la gracia sobrenatural es más ligera la carga. El máximo ejemplo lo dio Jesucristo en la cruz, y le siguen los santos y los mártires de la historia: “Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, hallaréis reposo para vuestras almas” (San Mateo XI, 29).


Bueno todo eso no importa, lo que importa es como uno es feliz. Si llevar la cruz no nos apetece para ser felices, entonces simplemente no importa. Si te sentís feliz es suficiente para Dios, y si no lo es (porque según el Evangelio no lo es) pues que pena, yo seré feliz. No creemos en absoluto que esta es la forma de verlo del señor del video, por quien sentimos pena, ya que le están dando gato por liebre. Lo que hacemos es llevar a las últimas consecuencias las proposiciones de dicho testimonio.

El video fue rápidamente eliminado; no sé si tanto por el escándalo que causo, como por el número grande de “no me gusta” y los comentarios negativos de católicos enfurecidos con la actual dirigencia de la diócesis de Mar de Plata. Ya sabemos para qué doctrina patea el nuevo obispo (lo vimos en acción antes) y como lo demuestra en su pastoral.

Nunca comprenderé que hace creer a los latinoamericanos que al hacer estas cosas se vuelven “progresistas”; Creen que los pone en avanzada frente a los europeos; cuando en realidad solo son títeres del primer mundo, no revolucionarios como ellos creen; son ratones del laboratorio latinoamericano para las ideas europeas. Es penoso ver como el progresismo eclesial se cree moderno con estas cosas, porque muchos años atrás, Monseñor Marcel Lefebvre escribía en su Carta Abierta a los Católicos Perplejos (capitulo VIII), sobre los catecismos “novedosos” de los setenta:

  “En apoyo de sus afirmaciones los autores aducen el ejemplo de María Magdalena: En esa asamblea, la que es pura es ella, porque amó mucho, porque amó profundamente. De esta manera se ha desfigurado el Evangelio: no se hace hincapié en el pecado de María Magdalena, en su vida disoluta; el perdón que Nuestro Señor le otorga es presentado como una aprobación de su existencia pasada y no se tiene en cuenta la exhortación divina: Ve y no peques más.

Ni el firme propósito que conduce a la ex pecadora hasta el Calvario, fiel a su Maestro por el resto de sus días. Este libro repugnante no se detiene ante ningún límite: ¿Puede uno tener relaciones con una muchacha - preguntan los autores - aun sabiendo perfectamente que se trata solo de una diversión o de ver lo que es una mujer?  Y responden: Plantear así el problema de las leyes de la pureza es indigno de un verdadero hombre, de un hombre que ama, de un cristiano. Significaría eso imponer al hombre una picota, un yugo intolerable: Siendo así que Cristo vino precisamente para librarnos del yugo pesado de las leyes: Mi yugo es fácil y mi carga liviana. Véase cómo se interpretan las palabras más santas para pervertir a las almas. De san Agustín retuvieron solo una afirmación: Ama y haz lo que quieras”.

La doctrina evangélica quedó registrada para siempre en las páginas de la sagrada Escritura, y su verdad fue confirmada con el paso de los siglos por la Iglesia cristiana; Cualquier novedad contraria a esta solo puede considerarse un garrafal error y debe ser corregida. El hombre no encontrará la verdadera felicidad si no es en los brazos de Dios, en el Dios real; no en el placebo divino que hace lo que le decimos. A pesar de que esta sea la versión de Dios que nos quieran vender los actuales prelados, en traición a la doctrina católica. Dicho en criollo, cualquier otra cosa es vender gato por liebre.

“Venid a mí todos los que andáis agobiados con trabajos y cargas, que yo os aliviare” (San Mateo XI, 28)


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La actitud realmente católica de un creyente que lleva su cruz con la gracia de Dios y la ayuda de su Iglesia, lo pueden encontrar aquí (en ingles). Testimonio de un feligrés homosexual del entonces Obispo Raymond Burke (hoy cardenal)

Hay traducción al español aquí.

viernes, 16 de octubre de 2020

Bestias

 

"El Aquelarre" - Francisco José de Goya y Lucientes​
(30 de marzo de 1746 -16 de abril de 1828)​

Estamos viviendo en tiempos novelescos, pero no de esas novelas mexicanas que las abuelas suelen mirar a la tarde. Hablamos de novelas que hace cincuenta años describían futuros increíbles para su época; pero hoy son consideradas “precursoras proféticas” de nuestra realidad.

En 1981, Dean R. Koontz (nacido en 1945) publico “The Eyes of Darkness” (Los ojos de la oscuridad), donde con sus más y sus menos, hablaba de un virus peligroso cuyo nombre es Wuhan-400, nombre de la ciudad de donde salió el famoso Covid-19. Más en el oscuro mundo de las políticas globalistas, el “deep-state”, la novela que nos habla de elites políticas adoradoras del diablo y promotoras de su maldad, están la ahora desconocida Rosemary's Baby (“El bebé de Rosemary”) de Ira Levin (1929 - 2007) que más tarde Roman Polański (nacido en 1933) llevaría al cine.

La novela más famosa, a la que se quiere atribuir previsión profética, es la distopía 1984 de Eric Arthur Blair (1903 - 1950) mejor conocido como Georges Orwell. Donde se narra un mundo gobernado por tres superpotencias en continua guerra, donde los habitantes viven presionados por el estado a repetir consignas del mismo con fanática adhesión o son castigados por pensar críticamente. Hay un parecido pequeño con la actualidad, o quizás no, leyendo la novela se encuentran las respuestas.

Ahora bien, hoy nos enteramos de un hecho repugnante y totalmente diabólico, algo que uno esperaría de novelas de sociedades secretas a lo Dan Brown o de episodios de series de grotesca fantasía; tristemente no es el caso: En Estados Unidos, en la diócesis de Nueva Orleans, el padre Travis Clark, de 37 años, fue denunciado por tener relaciones sexuales con dos prostitutas en el altar de su iglesia parroquial, dedicada a los apóstoles San Pedro y San Pablo. El sacrilegio fue denunciado por un vecino, y la policía levanto cargos por “obscenidad” (ya que se podía ver los hechos desde la calle), algo que un par de dólares de multa borran al instante. Inmediatamente el Arzobispo Gregory Michael Aymond suspendió del ministerio al clérigo indigno, el altar fue removido y destruido. Según me entere por comentarios de un amigo con amigos en Norteamérica, este hecho no es simplemente la perversión de un desquiciado (William Blatty narra algo así en su novela El Exorcista) sino también un acto ritual, una especie de rito relacionado al satanismo, del que abunda en Estados Unidos.

La Editorial Homo Legens ha 
reimpreso la novela de Malachi Martin,
 y puede buscarla aquí.

¡Cuán novelesca es nuestra realidad! Malachi Martin (1921 - 1999) controversial escritor irlandés, en su libro Windswept House: A Vatican Novel (1996) traducida como “El Ultimo Papa”, describe un ritual satánico (con sexo y sangre) llevado a cabo por obispos, sacerdotes y políticos en una capilla dentro del Vaticano, una “entronización de Lucifer” en el santuario sacro de Jesucristo (aquí el breve texto). No podríamos estar más de acuerdo si creemos que este espantoso hecho acontecido hace unos días es prácticamente igual de abominable que lo descrito por Martin.

¿Cómo ha sido posible que sucediera todo esto? ¿En qué momento la maldad humana sobrepasa los límites entre lo malicioso a lo grotescamente demoniaco? San Pablo menciona entre sus cartas un pecado en cierta comunidad cristiana que abochorna incluso a los paganos (I Corintios V) y que como  tal debe ser extirpado de la comunidad cristiana. Este clérigo blasfemo en otros tiempos, citando a la Escritura, sería entregado a Satanás, para castigo de su cuerpo, a cambio de que su alma sea salva en el día de nuestro Señor Jesucristo (versículo 5). Pero hoy, simplemente vemos como, con justicia, es expulsado del ministerio sacerdotal y nada más.

¿Qué podemos hacer ente este horror? De sobra esta decir hacer los respectivos actos de reparación, misas en desagravio y cuentas del rosario que rezar para que Dios perdone a estos blasfemos, pero también hay que rezar para que se haga justicia, la justicia divina en esta vida como en la siguiente. A Dios no puede dañarlo en nada las blasfemias de los hombres, son solo gritos de personas confundidas, y en el caso del satanismo, personas voluntariamente confundidas. Sin embargo, reciben su castigo por ser crímenes contra el bien supremo.

No estamos deseando el infierno a nadie, al contrario, esperamos que Dios les dé la gracia de la penitencia a esas mujeres y al cura indigno, y esperamos no oír nunca más algo así de repugnante suceda en una iglesia. Pero, si llegamos a enterarnos de que es así, solo podemos decir, con la antigua letanía de los santos:

V. Ut inimicos sanctae Ecclesiae humiliare digneris,
R. te rogamus, audi nos.

Kyrie Eleison.

jueves, 8 de octubre de 2020

Victoria de Lepanto

 


A los gloriosos vencedores de la Batalla de Lepanto. Quienes con la espada, la pólvora y el rosario salvaron el Occidente cristiano del yugo moro.

A quienes murieron en batalla y a quienes fueron a la tumba con las canas blancas y los huesos cansados por las memorias del combate.

A la Liga Santa, sus nobles y siervos por su amor al Redentor y a la santa Fe verdadera.

Agradecimiento eterno damos los cristianos de todas épocas por su defensa de nuestra Civilización, y nosotros cristianos de este siglo cobarde, damos nuestra admiración por su fuerza y confianza, esperan seguir su ejemplo cuando nos toque la persecución y la batalla.

Hoy como siempre, nuestra Señora del santísimo rosario nos dará la victoria.

"Episodio de la Batalla de Lepanto"  - Antonio de Brugada (1804 - 1863)

Poema a Lepanto
De Gilbert Keith Chesterton (1874 - 1936)

Traducción de Jorge Francisco Isidoro Luis Borges (1899 - 1986)

Blancos los surtidores en los patios del sol;
El Sultán de Estambul se ríe mientras juegan.
Como las fuentes es la risa de esa cara que todos temen,
Y agita la boscosa oscuridad, la oscuridad de su barba,
Y enarca la media luna sangrienta, la media luna de sus labios,

Porque al más íntimo de los mares del mundo lo sacuden sus barcos.
Han desafiado las repúblicas blancas por los cabos de Italia,
Han arrojado sobre el León del Mar el Adriático,
Y la agonía y la perdición abrieron los brazos del Papa,

Que pide espadas a los reyes cristianos para rodear la Cruz.
La fría Reina de Inglaterra se mira en el espejo;
La sombra de los Valois bosteza en la Misa;
De las irreales islas del ocaso retumban los cañones de España,

Y el Señor del Cuerno de Oro se está riendo en pleno sol.
Laten vagos tambores, amortiguados por las montañas,
Y sólo un príncipe sin corona, se ha movido en un trono sin nombre,
Y abandonando su dudoso trono e infamado sitial,

"Don Juan de Austria" - Alonso Sánchez Coello (1531-1588).

El último caballero de Europa toma las armas,
El último rezagado trovador que oyó el canto del pájaro,
Que otrora fue cantando hacia el sur, cuando el mundo entero era joven.
En ese vasto silencio, diminuto y sin miedo

Sube por la senda sinuosa el ruido de la Cruzada.
Mugen los fuertes gongs y los cañones retumban,
Don Juan de Austria se va a la guerra.
Forcejean tiesas banderas en las frías ráfagas de la noche,

Oscura púrpura en la sombra, oro viejo en la luz,
Carmesí de las antorchas en los atabales de cobre.
Las clarinadas, los clarines, los cañones y aquí está él.
Ríe Don Juan en la gallarda barba rizada.

Rechaza, estribando fuerte, todos los tronos del mundo,
Yergue la cabeza como bandera de los libres.
Luz de amor para España ¡hurrá!
Luz de muerte para África ¡hurrá!

Don Juan de Austria
Cabalga hacia el mar.
Mahoma está en su paraíso sobre la estrella de la tarde
(Don Juan de Austria va a la guerra.)

Mueve el enorme turbante en el regazo de la hurí inmortal,
Su turbante que tejieron los mares y los ponientes.
Sacude los jardines de pavos reales al despertar de la siesta,
Y camina entre los árboles y es más alto que los árboles,
Y a través de todo el jardín la voz es un trueno que llama

A Azrael el Negro y a Ariel y al vuelo de Ammon:
Genios y Gigantes,
Múltiples de alas y de ojos,
Cuya fuerte obediencia partió el cielo
Cuando Salomón era rey.

Desde las rojas nubes de la mañana, en rojo y en morado se precipitan,
Desde los templos donde cierran los ojos los desdeñosos dioses amarillos;
Ataviados de verde suben rugiendo de los infiernos verdes del mar
Donde hay cielos caídos, y colores malvados y seres sin ojos;

Sobre ellos se amontonan los moluscos y se encrespan los bosques grises del mar,
Salpicados de una espléndida enfermedad, la enfermedad de la perla;
Surgen en humaredas de zafiro por las azules grietas del suelo,-
Se agolpan y se maravillan y rinden culto a Mahoma.

Y él dice: Haced pedazos los montes donde los ermitaños se ocultan,
Y cernid las arenas blancas y rojas para que no quede un hueso de santo
Y no déis tregua a los rumíes de día ni de noche,
Pues aquello que fue nuestra aflicción vuelve del Occidente.

Hemos puesto el sello de Salomón en todas las cosas bajo el sol
De sabiduría y de pena y de sufrimiento de lo consumado,
Pero hay un ruido en las montañas, en las montañas y reconozco La voz que sacudió nuestros palacios -hace ya cuatro siglos:

¡Es el que no dice "Kismet"; es el que no conoce el Destino,
Es Ricardo, es Raimundo, es Godofredo que llama!
Es aquel que arriesga y que pierde y que se ríe cuando pierde;
Ponedlo bajo vuestros pies, para que sea nuestra paz en la tierra.

Porque oyó redoblar de tambores y trepidar de cañones.
(Don Juan de Austria va a la guerra)
Callado y brusco -¡hurrá!
Rayo de Iberia Don Juan de Austria
Sale de Alcalá.

En los caminos marineros del norte, San Miguel está en su montaña.
(Don Juan de Austria, pertrechado, ya parte)
Donde los mares grises relumbran y las filosas marcas se cortan
Y los hombres del mar trabajan y las rojas velas se van.

Blande su lanza de hierro, bate sus alas de piedra;
El fragor atraviesa la Normandía; el fragor está solo;
Llenan el Norte cosas enredadas y textos y doloridos ojos

Y ha muerto la inocencia de la ira y de la sorpresa,
Y el cristiano mata al cristiano en un cuarto encerrado
Y el cristiano teme a Jesús que lo mira con otra cara fatal
Y el cristiano abomina de María que Dios besó en Galilea.

Pero Don Juan de Austria va cabalgando hacia el mar,
Don Juan que grita bajo la fulminación y el eclipse,
Que grita con la trompeta, con la trompeta de sus labios,
Trompeta que dice ¡ah!
¡Domino Gloria!
Don Juan de Austria

Les está gritando a las naves.
El rey Felipe está en su celda con el Toisón al cuello
(Don Juan de Austria está armado en la cubierta)
Terciopelo negro y blando como el pecado tapiza los muros
Y hay enanos que se asoman y hay enanos que se escurren.
Tiene en la mano un pomo de cristal con los colores de la luna,
Lo toca y vibra y se echa a temblar
Y su cara es como un hongo de un blanco leproso y gris

Como plantas de una casa donde no entra la luz del día,
Y en ese filtro está la muerte y el fin de todo noble esfuerzo,
Pero Don Juan de Austria ha disparado sobre el turco.
Don Juan está de caza y han ladrado sus lebreles-

El rumor de su asalto recorre la tierra de Italia.
Cañón sobre cañón, ¡ah, ah!
Cañón sobre cañón, ¡hurrá!
Don Juan de Austria
Ha desatado el cañoneo.

En su capilla estaba el Papa antes que el día o la batalla rompieran.
(Don Juan está invisible en el humo)
En aquel oculto aposento donde Dios mora todo el año,
Ante la ventana por donde el mundo parece pequeño y precioso.
Ve como en un espejo en el monstruoso mar del crepúsculo

La media luna de las crueles naves cuyo nombre es misterio.
Sus vastas sombras caen sobre el enemigo y oscurecen la Cruz y el Castillo
Y velan los altos leones alados en las galeras de San Marcos;
Y sobre los navíos hay palacios de morenos emires de barba negra;
Y bajo los navíos hay prisiones, donde con innumerables dolores,

Gimen enfermos y sin sol los cautivos cristianos
Como una raza de ciudades hundidas, como una nación en las
ruinas,
Son como los esclavos rendidos que en el cielo de la mañana
Escalonaron pirámides para dioses cuando la opresión era joven;

Son incontables, mudos, desesperados como los que han caído o los que huyen
De los altos caballos de los Reyes en la piedra de Babilonia.
Y más de uno se ha enloquecido en su tranquila pieza del infierno
Donde por la ventana de su celda una amarilla cara lo espía,

Y no se acuerda de su Dios, y no espera un signo-
(¡Pero Don Juan de Austria ha roto la línea de batalla!)
Cañonea Don Juan desde el puente pintado de matanza.
Enrojece todo el océano como la ensangrentada chalupa de un pirata,

El rojo corre sobre la plata y el oro.
Rompen las escotillas y abren las bodegas,
Surgen los miles que bajo el mar se afanaban
Blancos de dicha y ciegos de sol y alelados de libertad.

¡Vivat Hispania!
¡Domino Gloria!
¡Don Juan de Austria
Ha dado libertad a su pueblo!

Cervantes en su galera envaina la espada
(Don Juan de Austria regresa con un lauro)
Y ve sobre una tierra fatigada un camino roto en España,

Por el que eternamente cabalga en vano un insensato caballero flaco,
Y sonríe (pero no como los Sultanes), y envaina el acero...
(Pero Don Juan de Austria vuelve de la Cruzada.)

 

Estandarte usado por la Liga Santa contra los turcos en la Batalla de Lepanto

¡Sea por siempre bendita Nuestra señora de las Victorias!
¡Gloria eterna a la Victoria de Lepanto!
¡Viva la Hispanidad!


lunes, 14 de septiembre de 2020

La Inmortalidad del Libro

 

Cuando era niño tenía el gusto de “jugar” con la biblioteca que había en la casa de mis abuelos. Los libros me causaban admiración, su texto era misterio esperando ser desentrañado, sus fotos o ilustraciones eran ventanas a realidades lejanas como la Sabana africana o los palacios de la antigua Persia, o metafísicas inclusos (siendo así verdaderos iconos). Los libros, algunos ordenados en filas por nombres, otros por tema, y otros por estatura me maravillaban. 

Entre ellos había un librito al que mi abuela tenía especial cariño, y era la Biblia; una pequeña edición, adornada con un Sagrado Corazón en la tapa, y en la contratapa el bello Noli me tangere, de Antonio Allegri da Correggio (1489-1534). Mi abuelo, por su parte, tenía en la sala una pequeña mesa frente a los sillones, donde colocaba los libros que leía mientras tomaba el mate de la mañana o la copa de vino a la noche. Infaltables en esa mesa eran la guía telefónica, el diario, algunas vidas de santos o sus escritos, y tambien la Biblia, está un poco más grande que la de mi abuela.

Noli Me Tangere - Antonio Allegri da Correggio
(agosto de 1489 - 5 de marzo de 1534)

Aunque en esos años mi interés no era la lectura (me aburría profundamente) sino el escuchar y el ver,me gustaba apreciar la belleza de un buen libro. Escuchaba lo que mi abuela me leía, miraba las ilustraciones de esos libros. Tenía especial cariño por El Tesoro de la Juventud, aquella vieja enciclopedia juvenil de los años 20, publicada por la Editorial Grolier International, con colaboración de grandes intelectuales españoles e hispanoamericanos de entonces. Sus hermosas láminas e ilustraciones inspiraban mi imaginación infantil, y sus textos hicieron nacer mi curiosidad por la Historia y la literatura narrativa. 

Estos recuerdos me han hecho considerar sobre la sacralidad del libro. “La escritura es el comienzo de la cultura y la civilización”, me dijo hace muchos años una profesora de historia. La humanidad lo supo desde siempre; desde los primeros grabados en piedra hasta los excelentes códices medievales. Se ha plasmado con arte “aquello que debía ser escrito” para la posteridad, por eso conservamos los grandes volúmenes de la antigüedad con sumo cuidado en bibliotecas especializadas, no solo por su texto e historia, sino por su sacra belleza. 

Hombre leyendo con una candela - Matthias Stomer (1600 - 1650)

El libro tiene una sacralidad propia y atrayente, su cuadrada figura en sí, es seductora. No hablo de libros en particular, sino de el Libro como concepto general, como atrayente fuente de sabiduría o distracción, conocimiento o ignorancia. “El papel lo aguanta todo”, se dice en referencia a que pueden escribirse miles de mentiras y barbaridades, pero el papel lo aguantará en forma de libro (uno triste pero libro al fin). Un libro puede tener musas cantando poesía como descripciones de los más bajos crímenes, importantes volúmenes de historia o patéticos intentos de filosofía. Un arma de doble filo, ya que con ella puede transmitirse verdad pura o error maligno, o aún más peligroso, ambas cosas en medidas distintas. Los malignos pueden olvidarse en la biblioteca sin problema, salvo cuando haya que consultarlos por alguna cuestión. Los buenos, aquellos que transmiten bien, verdad y belleza; siempre deben estar presentes en las manos y mentes de un lector. 

El Buen Libro por excelencia, la santa Biblia, es el infaltable en cada hogar, en cada escritorio y en la memoria. Rumiar los sagrados textos no solo es bueno para que el alma contemple a Dios, sino también para que el alma practique la justicia (Regla de san Benito cap. LXXIII). Pero no solo en la Sagrada Escritura encontramos verdad y justicia. Podemos encontrar cosas buenas en la sabiduría de los paganos, a quienes Dios no dejo abandonados como dice san Pablo (Hechos XIV, 15-16). La luz de Dios ilumino también a los gentiles, quienes en la medida de sus posibilidades, escribieron para Cristo, aun sin haberlo conocido. 

Los buenos libros son compañeros eternos para las almas buenas. Son alimento de la mente y paz de espíritu. Trasmiten paz y sabiduría, que solamente rumiada en sus páginas puede ser beneficiosa para las personas. La literatura clásica, los grandes poetas, y sobre todo la Sagrada Escritura son un escape al mundo de silencio, contra la actual tiranía del ruido. Sentarse en un sofá y leer o en el jardín bajo un árbol, además de ser románticas escenas para un pintor, son sencillos placeres escondidos en la vida terrenal. Nos hace valorar la sabiduría que Dios regalo a los hombres, así como escuchar su voz (si leemos la Escritura). Y aquí es donde podemos sentir esa fuerza de la inmortalidad de los libros, ya que no puede suplantar una pantalla esos cofres de tesoros que inspiran respeto y reverencia.


Antiguo Misal Romano

 
“¿No hay Libros Santos en tu rito?”- me dijo hace muchos años un joven compañero de estudios (que hoy se prepara para el sacerdocio en el rito bizantino). Le respondí simplemente que lo desconocía, y por tanto mi presurosa respuesta fue negativa. Él se refería a los libros litúrgicos, que en su iglesia son reverenciados de manera especial durante la Divina Liturgia, como cuando el sacerdote luego de la lectura del Evangelio hace besar sus páginas a los ministros diciendo “Cristo está entre nosotros”. El rito occidental tiene sus "libros santos", pero muchas veces estos son tratados como meros utensilios en lugar de guardianes de cosas sagradas. No me refiero solamente a la manera de celebrar la Misa, sino que pienso en la estética de los mismos; recuerdo el caso de una edición del Misal italiano ilustrado con horribles pinturas (“arte moderno” le dicen). Me contaron de un cura italiano que recorto de su misal parroquial estas imágenes y las envió con una carta llena de sarcasmo a la comisión litúrgica italiana. 

Monja leyendo las Sagradas Escrituras - Hermann Kaulbach (1846-1909).

También pienso en las versiones de la Biblia; comparemos las versiones Biblia de Nuestro Pueblo, Latinoamericana o Católica para Jóvenes con la clásica Reina-Valera protestante, esta última a pesar de ser una versión “herética” no tengo escrúpulo en decir que su presentación (tapa negra y bordes dorados o rojos) tiene un atractivo mistérico que la distingue como “La Biblia”, del cual algunas ediciones modernas (y reediciones de antiguas como la Torres-Amat o Straubinger) carecen. Un atractivo que también tienen los viejos Missale Romanum, y demás libros de ritos en comparación con las débiles ediciones modernas (¿Notaron cuanto resiste al tiempo un viejo Breviarium en comparación con la Liturgia Horarum actual?). Si el libro es bello, dan más ganas de leerlo.

La modernidad, tan acostumbrada a la luz eléctrica y el ruido, olvidan la importancia de leer en papel. Las pantallas, cada vez más invasivas, quieren eliminar al libro del mundo, sobre todo en los niños (y estos son necesarios para su crecimiento). Creo que es un deber luchar contra esta invasión por el bien del Libro, señal de civilización. Aunque pasen los años y crezcan las pantallas y sus ruidos, siempre estarán los viejos libros, con su sacra dignidad en los silenciosos estantes, esperando ser leídos, confirmando así su inmortalidad