Antiguo libro popularmente denominado "mata-burros"
Si el
español tiene algo bueno es la amplia variedad de insultos y palabras
malsonantes para aplicar a particularísimos crímenes y pecados de ciertos
individuos. Así para el varón que ejerce el pecado de la sodomía se lo clasifica con el gentilicio de Sodoma (sodomita). La sagrada lengua del reino de
España y sus territorios de Ultramar, le agregaría al “sodomita” varios otros
títulos y el más famoso en Argentina es la palabra que empieza con “p” y rima
con “fruto”.
Esas
palabras parecen completar en un par de letras el significado total de lo que es
el ente en sí. Sin embargo, otras parecen carecer de este poder.
Una de ellas es “canalla”, que suele aplicársela a seres despreciables y ruines. Pero no parece que “canalla” llene por
entero la descripción una persona ruin, malvada, inescrupulosa y despreciable, no satisface su uso por asi decirlo.
A pesar de eso, "canalla" es
la palabra exacta que podemos dar a dos notables episcopos argentinos, de
quienes nos enteramos hace poco dos santificadoras noticias.
El primer canalla es sobre monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, actual Canciller de la Academia
Pontificia de las Ciencias y de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales. Hace unos días, con motivo de la visita del abortista Alberto Fernández a
Roma, celebró una misa en su presencia, elogió al excomulgado general Perón y no
contento con eso, le dio la santa Comunión al presidente Fernández y a su
concubina.
Durante
la Misa oficiada por monseñor Sorondo, se coloco una imagen del montonero padre
Carlos Mugica haciendo recordar II Macabeos VI, 5: "El mismo altar se veía
lleno de cosas ilícitas y prohibidas por las leyes".
El hecho
causo impacto y molestia en varias partes del mundo católico, incluida la misma
Argentina,
con justa razón: Un obispo celebra la Santa Misa, el renovado
sacrificio de Cristo en el altar por
nuestra salvación, donde elogian a un excomulgado en presencia de un “heredero
ideológico” del mismo, que no solo se jacta de ser defensor aberrante del
crimen del aborto, sino que también, recibe el Santísimo Sacramento como un fiel
cristiano más, acompañado de su cuarta concubina con la cual vive en adulterio
público.
Más
escandalosa fue la actitud que tomo para defenderse del sacrilegio que había
cometido. Hace unos días la periodista norteamericana Diane Montagna, católica
practicante, lo entrevistó y entre los temas tocados estuvo el de la comunión sacrílega. Sorondo –como astuta
serpiente- evitaba hablar del asunto espinoso.
Prefería decir que es un asunto discutible y que la periodista es una fanática
pro Trump. La defensa de Sorondo fue patética, demostró ser básicamente un
hombre de negocios y no un hombre de fe, y eso es lo que personalmente más me
aterra. Los pastores de almas a los que Dios encargo su rebaño no son más que
empresarios, hacendados a cargo de una estancia y diplomáticos a cargo de
relaciones públicas. Bien dijo san Pablo a los primeros obispos: “Mirad, pues, por vosotros mismos y por toda
la grey, en la cual el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar
la Iglesia del Señor, la cual Él ha adquirido con su propia sangre. Yo sé que
después de mi partida vendrán sobre vosotros lobos voraces que no perdonarán al
rebaño. Y de entre vosotros mismos se levantarán hombres que enseñen cosas
perversas para arrastrar en pos de sí a los discípulos. Por tanto velad…”
(Hechos de los Apostóles XX, 28-31).
Monseñor Marcelo Sanchez Sorondo: Un hombre de negocios, no un pastor de almas.
Para
escaparse de todos los interrogantes con los que era cuestionado por la
valiente periodista, no le quedo más remedio que recurrir a descalificativos e insultos ¡Vaya actitud de un hombre con tantas distinciones honorificas!
A Sorondo le
importo un comino darle la Comunión a un adúltero, defensor del aborto y de
otras aberraciones, porque directamente no cree que en el Sacramento esta
Jesucristo (como siempre ha creído la Iglesia de la que él es obispo), o porque
le parece menos importante que las buenas relaciones con los poderosos de este
mundo. Lamentablemente así parece ser, después de todo, fue el mismo Sorondo
quien dijo que el diabólico régimen comunista de China -responsable de millones
de muertes de seres humanos, persecución sangrienta contra el cristianismo u otras
religiones y posturas desde hace ya ¡71 años!- es el mejor partido que pone en práctica
la “doctrina social de la Iglesia”. Estamos ante un hombre que no tiene fe
católica, estamos ante un empresario que usa un traje eclesial y no saco y corbata. Sin
duda, es más perverso un religioso maquiavélico a un ateo sencillo.
Cosa
terrible es la religión.
El otro
caso que traigo a colación, aparte de ser el segundo canalla, es actor de una comedia trágica.
Monseñor Gabriel Mestre, por la desgracia y voluntad de la Sede Apostólica,
obispo de la diócesis de Mar de Plata. En una entrevista radial (de la cual tuvimos conocimiento hace poco) nos cuenta muy contento y bonachón como imparte
el Sacramento de la Confirmación a dos personas (les dice “chicas” pero yo no sé
qué son) que ejercían el travestismo (esa moda de vestirse del sexo opuesto).
Pero monseñor, ¿esta consiente que impartir el sacramento que declara al
cristiano como fiel testigo y soldado del Señor a personas que no respetan la
naturaleza que Dios les dió es sumamente grave? ¿Está consciente que no solo cometió
un sacrilegio sino confirmo en su confusión almas que necesitaban luz? Es
verdad que Jesucristo recibía a todo tipo de personas con todo tipo de pecados,
pero nunca les decía que se queden tranquilos y vivan felices, sino lisa y
llanamente “no peques más”. Frase dura pronunciada por sus divinos labios para salvación
de nuestras almas. Un padre corrige al hijo que ama, un Dios que ignora el mal
que daña a sus hijos solo puede ser el diablo, no el divino Redentor.
Monseñor Gabriel Mestre: Un obispo que se casó con el siglo.
Entre otras
joya de su entrevista, que pueden oír aquí y ver acompañadas de imágenes aquí,
resalta su total y absoluto desinterés de atraer feligreses a la religión cristiana.
Alaba el cambio de gobierno por ser una “renovación” de la democracia - ya sobre
este amor episcopal a la democracia tratamos aquí - no importa quien gobierne,
si un tigre o un oso, si Churchill o Stalin, lo que importa es que el dios del
siglo XXI es adorado por los cristianos: la democracia.
Su
entrevista fue escandalosa sin duda, ante todo por su patente vergüenza de “ciertas
actitudes vetustas de la Iglesia” que se alegraba por ver que se van. ¿Cuáles actitudes?
Invitar a la conversión, recordar que la Misa es sagrada, no arrodillarse ante
este mundo que es pasajero. No, para Monseñor Mestre todo eso es de un tiempo
llamado “cristiandad” que ya no corresponde y no tiene por qué existir. Triste
es ver a qué nivel de bajeza moral e intelectual ha llegado el sacramento,
otrora llamado “plenitud del sacerdocio de Cristo”.
Ese gusto
de adaptarse al tiempo presente y no de transformarlo mediante el sacrificio
por el Señor, no trae nunca esa ansiada renovación. Esos mentados cambios de
paradigma solo son fórmulas para el fracaso, ya que siempre quien se casa con
una época, terminara muriendo con esta. No enviudando para casarse con otra
sino muerto con ella, sin ver a sus hijos y nietos.
Cosa
terrible es la religión.
Las dos
canalladas recientes sin duda que son espantosas porque son totalmente
inesperadas de hombres que se dicen sucesores de los apóstoles. San Pedro se negó
dar la confirmación a Simón el Mago por ser un blasfemo (Hechos VIII, 9-24)
¿Pero se negaría Sánchez Sorondo? Como dejo en claro en su entrevista: No es mi
problema.
“Pero cuando viniere el Hijo del
hombre, ¿os parece que hallará fe sobre la tierra?” (Evangelio
de san Lucas XVIII, 8)
Cosa terrible es la religión.
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Estuve repitiendo “cosa terrible es la religión” en alusión a un artículo del
excelente blogg Wanderer del mismo nombre, que pueden consultar aquí. Sin duda
muy valioso y apropiado a mi pobre post.