Dedicado a mis amigos de aquel pueblito entre los montes de Misiones cuyo
santo patrono es el glorioso San Jorge.
¡Felices patronales!
La devoción a San Jorge es de
antiquísima costumbre entre los cristianos; en Occidente varios son los países
que lo tienen por patrono (aun entre naciones herejes). Y en Oriente su culto
es abundante y profundo, sobre todo en Grecia y Rusia. Su figura inspiro al
arte en numerosas ocasiones así como sirvió de ejemplo arquetípico al soldado
cristiano, y no es para menos. Su leyenda es una deliciosa en símbolos: La
doncella en peligro, el horrible dragón y el noble héroe que lo vence.
Su culto fue cercenado por la
“cacería de brujas” mitológicas de los liturgistas en los años sesenta, debido
a que era poco real la existencia de dragones para los racionalistas eruditos
del siglo XX. Sin embargo, sobrevivió su devoción en los sencillos cristianos y
no pudo ser sacada de su espiritualidad y devoción. El misal fruto de aquel año
lo tiene como conmemoración opcional.
Ciertamente no es el único
arquetipo de soldado cristiano que hay; en la literatura clásica encontramos
abundantes ejemplos y en la historia también: desde las apariciones de Santiago
el Matamoros al Cid Campeador, o de Santiago de Liniers a los héroes de
Malvinas, Juan de Austria o José de San Martín. En todos vemos la figura
arquetípica del soldado cristiano cuyo origen es el mismo Jesucristo que en el
Apocalipsis es representado como Cordero inmolado (Apocalipsis V) y como Jinete
montando un caballo blanco (Apocalipsis XIX, 11-16). Todos y cada uno de los
mencionados, y por sobre todo Jesucristo, cultivaron la masculinidad y fueron
hombres íntegros.
La masculinidad, virtud propia de
los hombres, hoy día es profundamente atacada. No solo por el patético
feminismo moderno (ese que nos divierte con ideas cada vez más ridículas como
esta de aquí). Si no también dentro de los propios hombres, gracias a la deriva
ideológica que está sufriendo Occidente. En general, hay dos corrientes que
principalmente atacan la integridad del varón.
La primera, obviamente, es su
desvalorización de la hombría, es decir; los ataques que reciben diariamente
las muestras de caballerosidad y fortaleza masculina. En el cine, la televisión
y los discursos de la mass media; Hay una degradación del hombre fuerte y
varonil por la alabanza al débil y sensible. En la naturaleza sabemos (sin por
esto darle la razón a Darwin) que sobrevive el más fuerte; aquel que demuestra
capacidades para no solo defenderse sino también defender a los suyos. Basta
ver las nuevas tendencias en el cine o la televisión; los buenos son los
hombres débiles con corazón blando y los malos son brutos deportistas.
Esta última es a la vez la segunda
causa de la desvalorización masculina, presentar que el hombre debe ser un rudo
musculoso que pasa por encima de todos mostrando su dominio. Aquel que está rodeado
de hembras dispuestas a la procreación ante las miradas de los demás varones
que lo observan débiles y con envidia. Sin duda es otra razón negativa porque
presenta al ser humano como pura materialidad animal, y no es así. Los leones
lucharan para poder engendrar cachorros en un harén, pero los varones reales
soñamos con ser buenos hombres de familia.
Estas dos corrientes terriblemente
dañinas para el varón también lo son para Occidente. ¿Por qué? La razón es
simple, la cultura occidental no la edificaron débiles niños ni brutos
bárbaros; La construyeron hombres íntegros. En la antigua Grecia, los varones
eran educados desde pequeños en el valor del patriotismo, el deporte y
camaradería para ser hombres virtuosos en la adultez. Esta última como verdadera
amistad de hermanos, y no como homosexuales, mito creado por el freudismo
histórico y maravillosamente refutado por el estudio del padre Ravasi, que
pueden descargar aquí.
La mente griega, exportada a
Europa por las conquistas militares romanas, preparó el mundo para la llegada
de la Luz. Cuando nació el Redentor en Belén, nace en el contexto de una
familia (algo monstruoso para la actualidad). Una familia regida por un hombre
justo (San Mateo I, 19) y una madre cariñosa. San José es también ejemplo de
hombría; a pesar del miedo y el peligro asume su misión de protector de su
familia, no buscando su propia comodidad sino su deber. La Escritura no
registra una sola palabra dicha por el padre adoptivo del Salvador, quizás
porque su ejemplo ya fue suficiente para engrandecer su figura.
Occidente tiene sus raíces en tres
pilares: la filosofía griega, el derecho romano y la fe cristiana. Estos tres
pilares hoy son atacados por extremos dañinos de una misma virtud, recuérdese
que para Aristóteles la virtud es el punto medio entre dos extremos; el exceso
y la carencia. Si un árbol pierde su raíz, solo es cuestión de tiempo para que
muera, por más que pase días con las hojas verdes y frondosas,
¿Qué hacer entonces ante este
ataque a la hombría? La respuesta el Señor lo dejo en las Escrituras:
“Esto decía también el Señor: Paraos en los caminos, ved y preguntad
cuáles son las sendas antiguas, cuál es el buen camino, y seguidlo, y hallaréis
refrigerio para vuestras almas. Más ellos dijeron: No lo seguiremos” (Jeremías VI, 16).
Volver a los antiguos ejemplos, a
aquellos héroes o hechos que recordamos para nuestra edificación. Esos que
hicieron grande a la cultura occidental, ya sean reales o ficticios. Personajes
históricos ejemplares que en cada país abundan o los mitos y cuentos
tradicionales donde el héroe es justamente el varón virtuoso, y aquí las
recomendaciones de un excelente blog.
Pero no solo la inspiración en el
ejemplo es necesaria, lo es la acción concreta, y esta es variada dependiendo
de quién sea el varón que deba obrar. En un padre de familia será la buena
educación de sus hijos, en un esposo el amor que demuestre a su esposa. En un
soldado su firmeza en la defensa de la patria y en un cristiano su generosidad
en seguir a Jesús.
Ahora bien, las buenas ideas y las
nobles acciones siempre deben ser acompañadas por la oración. Sin la oración el
esfuerzo es inútil, y los frutos son estériles. Solían decir las ancianas que
nunca el hombre es más hombre que cuando se arrodilla ante Dios. Por eso para
terminar daré esta pequeña recomendación.
A las mujeres la devoción a los
santos como san Jorge. El ejemplo de los varones cristianos de la antigüedad
las inspire y ayude a saber que marido elegir y que señores evitar. Valdrá
siempre más un buen San José de esposo, que un egoísta bruto.
Y a los varones, la devoción a la
Virgen. Parecerá contradictorio después de hablar de reforzar la verdadera
masculinidad en los hombres recomendarles como ejemplo una mujer. La realidad
es que solo siendo devotos de María, hay una verdadera hombría. En ella vemos
el ejemplo de madre y de esposa; en ella vemos el verdadero valor de la mujer,
no como objeto sino como compañera y ayuda. Un buen hijo es un buen esposo y
padre, y ¿Qué mejor que tener como madre a la del Señor? Ese creo es, a mi
pobre entender, la clave para fortalecer una verdadera masculinidad.
Sancte
Georgius
Ora pro nobis!