Afiche de la película Catholics (1973) |
En el año de 1973, de la mano del legendario director de cine Jack Gold (28 de junio de 1930 - 9 de agosto de 2015) se estrenó para la televisión, la película Catholics, también llamada The Conflict. Basa en la novela homónima del irlandés Brian Moore (25 de agosto de 1921 - 11 de enero de 1999) publicada un año antes.
La
trama nos ubica en un monasterio de una isla al norte de Irlanda, donde los
monjes continúan celebrando la antigua Misa en latín a pesar de las nuevas
órdenes del recientemente celebrado “Concilio Vaticano IV”. Fieles de todo el
orbe católico acuden a dicha isla buscando consuelo espiritual, ya que en sus
parroquias les han cambiado la religión. Estos sucesos llaman la atención del
superior general de la orden monástica, que ve en estos actos un peligro para
un congreso ecuménico que él presidirá y envía a un joven sacerdote
norteamericano para castigar a la pequeña abadía. Los monjes no están
dispuestos a cambiar, pero los ata su voto de obediencia, mientras su abad,
quien los apoya, no quiere tener problemas con sus superiores, revelando más
tarde al cura norteamericano, su ateísmo pragmático; No cree en Dios, pero es
bueno dirigiendo el monasterio como un capataz y por ello no quiere irse de la
abadía.
Es
una película excelente, fiel a la novela, presentando muy bien al espectador la
situación de los católicos en los primeros años del posconcilio. Si bien,
es verdad que no todos los católicos del mundo formaron grupos de resistencia a
los cambios doctrinales y litúrgicos durante el pontificado de Pablo VI (y aun
antes) los que sí lo hicieron, no tuvieron mejor suerte que los monjes de la
novela. Algunos se conformaron con la Misa nueva bien celebrada, rara avis en
el panorama litúrgico de Occidente, donde si se mantenía la forma y el respeto
era suficiente refrigerio espiritual para comenzar la semana. Otros optaron por
oposiciones reales y más fuertes (principalmente la Fraternidad Sacerdotal SanPio X), algunos más extremos optaron por reunirse en oscuros círculos con
clérigos rebeldes y así fundar sus pequeñas “Iglesia católica” (algunas con
Sumo Pontífice incluido).
Durante los tumultuosos 70 al 2000 los fieles adherentes al Misal de san Pío V eran tachados de cismáticos, tontos y leprosos; No supieron adaptarse a los cambios y hay que dejarlos en su jardín de infantes con latín, mientras tanto que la Iglesia moderna avanza con el mundo contemporáneo a una nueva era de paz y fraternidad. Como sabemos, ninguna de esas cosas sucedió; los fieles tradicionales no se redujeron sino que aumentaron, mientras la asistencia a la Nueva Misa disminuyo, y el mundo no está en paz y fraternidad. Este pequeño aunque creciente número de feligreses no pudieron ignorarse por mucho tiempo, y tras un largo tiempo de conflicto, las cosas tomaron otro rumbo en el año 2007: el Papa Benedicto XVI publico el motu proprio Summorum Pontificum, permitiendo así la liberalización de la Misa de San Pío V dentro de la vida normal de la Iglesia. En su momento, dicho documento no paso inadvertido y levanto polvaredas en diversos ambientes del mundo y del episcopado.
Al
clero (alto y bajo) del año 2007 las rabietas no se hicieron esperar, por
mencionar casos que recuerdo: un sofista devenido en profesor del
Pontificio Instituto Litúrgico San Anselmo escribió un ridículo articulo que pueden
leer aquí (con cómicos comentarios de Panoramix) criticando la decisión papal.
Un obispo en Italia (que fue alumno del nefasto Anibale Bugnini) no pudo contener
sus poco masculinas lágrimas al enterarse; ya que permitirle al Misal de san
Pio V seguir viviendo le escandalizaba como ver un ratón escandaliza a las
damas. De los argentinos solo recuerdo explicaciones tontas, que dejaban
en evidencia la pésima comprensión litúrgica del nuestros obispos (y no me
sorprendería), ya que eran incapaces de separar rito de lengua litúrgica (no
recuerdo que obispo decía “el Papa no ordenó que se celebre la misa en latín,
sino algunas veces”). En fin, recuerdos del 2007.
Hoy
en día, ya pasados varios años desde aquel 7 de julio, las cosas en cierta
medida cambiaron para mejor. En Estados Unidos e Inglaterra (incluso Francia)
es normal encontrar parroquias only old-rite, o también “bi—rituales” donde, dependiendo los días, se
reza uno u otro misal sin menor drama. Comenzaron a crecer congregaciones
religiosas como la Fraternidad de San Pedro o el Instituto Buen Pastor que utilizan exclusivamente el viejo ritual, sin
mencionar que órdenes monacales (benedictinos, dominicos, etc.)
desempolvaron sus viejos libros litúrgicos para utilizarlos en sus monasterios.
Algunas iglesias jóvenes en países de África y Asia solo rezan el rito
tridentino, escandalizando a quienes piensan que el latín es una barrera para
la conversión de los paganos.
En el corazón del rito romano, cada cierto tiempo, se realiza la peregrinación Summorum Pontificum donde laicos y clérigos de distintos lugares del mundo marchan al altar de San Pedro a rezar la Misa para la que fue construida la Basílica vaticana. Tristemente el crecimiento ha sido algo lento en los países latinos sobre todo en Argentina, debido a la repulsión de los obispos por la sola idea de una misa tridentina en sus diócesis. Pero aun así, lenta y discretamente la Misa de siempre va recuperando su lugar en la Iglesia de Dios. Sin embargo, como en aquella película del los setenta, hay alguien a quien no le gusta: la Roma moderna.
Desde
hace años se rumorea en varios lugares de la Iglesia que el Papa Francisco
derogaría el Summorum Pontificum para reducir la celebración de la misa
tridentina, especialmente en el clero diocesano, y así terminar con su
crecimiento en la feligresía. Por mucho tiempo parecieron rumores infundados,
pero en las últimas semanas los susurros se están volviendo un
secreto a voces. En los oscuros pasillos romanos, como la peste que anda en las
tinieblas (Salmo XC/XCI, 3) repta un documento pontificio con el fin de
encadenar a la Misa tridentina, pero hasta ahora no se sabe nada en concreto.
Siendo realistas (y viéndolo desde Argentina) mucho no cambiaria la situación por una supuesta derogación; Los obispos (salvo honrosas excepciones) no han sido amigos de ver revivir la Misa de su infancia y de su ordenación sacerdotal en algunos casos (la que traicionaron por quedar bien con la Roma moderna). Fueron ellos los obstaculizadores de la Antigua Misa durante los cincuenta años de posconcilio y aun hoy lo son (conozco un caso en Corrientes) solo que el motu proprio de Benedicto es la piedrita en el zapato; si se liberan de esta, podrían seguir cómodamente con su tiranía litúrgica.
Los
fieles entonces ¿Qué deberían hacer? Por cosas de la divina Providencia,
siempre hubo una cosa que hacer: Seguir rezando la Misa y los sacramentos con
el rito de siempre. Ya que estos gozan desde el 14 de julio de 1570, del
derecho de perpetuidad, concedida por el Papa san Pío V en la bula Quo primum tempore. Esta última es la mayor defensa que tiene la Misa de siempre ante sus
enemigos dentro de la Iglesia, y es la que la mantendrá de pie hasta que Cristo
vuelva. Y quien lo niegue, en palabras de San Pío V: sepa que incurre en la
indignación de Dios Todopoderoso y sus bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo.
Veremos
que acontece en los próximos meses, y esperemos que los fieles católicos del
año 2021 no sean como los monjes de Catholics, quienes prefirieron ser esclavos
de la tiranía a libres hijos de Cristo.
La Misa de siempre, siempre. |