Hace un tiempo
atrás publicábamos un artículo, indignados por las declaraciones de dos ilustres
prelados argentinos. El artículo puede releerlo aquí. Hoy (tras casi un mes de ausencia) estamos nuevamente indignados
por los hechos acontecidos en la provincia de San Luis, cuyo causante fue (¡quien sino!) otro obispo argentino, el cual, si no fuera de la gravedad
de su error, causaría muchísima vergüenza.
No hablamos de
Monseñor Taussig y su necedad al cerrar uno de los mejores seminarios que tiene
está triste república. Sino de Monseñor Gabriel Bernardo Barba, actual titular de la
diócesis de San Luis (un bastión del catolicismo argentino) quien celebró las
patronales diocesanas con la gran sorpresa de que un señor vestido de mujer
(¿un señore?) dirigió una de las
oraciones de los fieles durante la Misa patronal en la Catedral, por invitación
del señor obispo.
¿Cómo dice usted?
El señor obispo mando a un travesti a leer una oración en nombre de los fieles
puntanos durante la Santa Misa patronal. ¿Lo prefieren en criollo? Un trava
dirigió un rezo en la catedral por invitación del padrecito-obispo Barba. No salimos de la perplejidad de esta noticia, aun cuando ya parecía que nos acostumbramos a levantarnos cada día con noticias
estrambóticas del mundo eclesiástico: Hace poco un cura de Estados Unidos
descubrió que no era sacerdote (¡y ni siquiera cristiano!) porque su bautismo
no fue valido, gracias a la “creatividad litúrgica” del diacono que lo bautizo
(más detalles aquí). ¡Pero cada día a un imbécil se le ocurre alguna burrada
nueva!
Algún
bienintencionado lector dirá ¿pero qué tiene de malo que lea una oración? ¿No
es bueno que rece en la iglesia? No queremos que el título de fariseo se nos
coloque (San Lucas XVIII, 9-14), no nos ponemos en el lugar de juez para decir
quién es más digno de leer en la iglesia y quién no. Muy por el contrario,
somos igual o peor pecadores que el señor vestido de mujer, sin embargo, como
católicos y personas de bien, reconocemos que dicha persona por cuestiones básicas
de moral cristiana, no debería haber realizado dicha acción, y esto no es discriminación
(palabra tan bastardeada hoy en día) sino puro sentido común. ¿Se imaginan una
mujer con el cabello al aire predicando en una mezquita? ¿O que alguien coloque
una imagen del Mesías de Nazaret en una sinagoga? ¡Vaya que no! Entonces ¿Por
qué motivos es de aplaudir que en la Iglesia donde se reza “varón y mujer los creo” (Génesis
I, 27) un obispo promueva estas cosas?
Alguien ha fallado en su deber para con Dios y su pueblo, y ese alguien es
quien se sienta en la cátedra episcopal. Su deber de cuidar y proteger la
pureza de la doctrina, la sacralidad de la liturgia y las buenas costumbres ante
el pueblo. ¿Por qué razón entonces monseñor Barba causa este escándalo? ¿Qué
necesidad de dar confusión a los fieles en su fiesta patronal? ¿Por qué escupir
en la cristiana memoria del rey san Luis justamente en su día? Estas preguntas
merecen una respuesta y una satisfacción, pero monseñor Barba no la dará a los
fieles ni ahora ni nunca, se la dará a Dios, y recemos porque tenga una
excelente respuesta.
¿Pero es culpa del
obispo? Dudemos un poco comparando el hecho con el de otro obispo argentino muy
renombrado, porque como sabrán, en varias ocasiones el Papa Francisco se ha
reunido con dictadores sanguinarios (aquí), en misas multitudinarias han leído
lecturas u oraciones personajes enemigos de la moral cristiana (aquí) y también se han hecho payasadas grotescas en eventos masivos donde estuvo presente (aquí). ¿Son culpa de Bergoglio? Le doy el beneficio de la duda, y creo que la
culpa es del cardenal contratado como organizador de eventos, o de la
diplomacia vaticana, y al mismo Bergoglio lo culpo por mostrarse como un
cómplice activo, aunque se salva de no ser responsable directo. ¿Por qué entonces
tirar todas las piedras sobre el obispo Barba? Porque siendo honestos, en una
diócesis pequeña y conservadora como la de San Luis, tremenda decisión no
podría no estar enterado monseñor antes de que pase. Y según parece, fue
invitación del mismo obispo (aquí).
Los católicos
creemos en el Orden Natural, aquella ley por la que se rige el universo y la
realidad. No creemos en ella porque un libro escrito hace siglos nos lo diga,
sino porque basta vivir en el planeta para darse cuenta de que existe un orden natural de las cosas. No hace
falta siquiera declararse creyente para creer en este orden, sino leer al
pagano Aristóteles, quien nunca escucho hablar de Jesucristo y ya se percató de
la existencia de una ley natural.
El orden natural
es llevado al orden sobrenatural por Dios, en Jesucristo, quien guía esta
naturaleza a fines más elevados. Rechazar uno de estos dos órdenes, no es
liberarse sino hacerse esclavo de lo antinatural, basta ver las conductas e
ideas de la nueva ola del progresismo globalista (como ejemplo ¿escucharon esa
de que hay que separar a los gallos de las gallinas porque son potenciales
violadores? Aquí). Como decía Chesterton (1874 - 1936) “Quitad lo sobrenatural y no queda lo natural, lo que queda es lo
antinatural”.
Ahora se llama
“revolución”-a lo que en realidad es una imposición ideológica por parte de
oscuros intereses del globalismo- medir el valor de las personas por sus
conductas sexuales (¿no es lo mismo el machismo?). Para personas que así
piensan, este acontecimiento es una victoria gloriosa, cuando para nosotros es
una vergüenza patética. Las revoluciones nunca son populares (no lo fue ni la
francesa ni la bolchevique) solo son imposiciones de arriba hacia abajo, y esto
lo fue de parte de la que debería ser “contrarrevolucionaria”, es decir la Iglesia; imponiendo este disgusto a la feligresía. El obispo no se comportó como pastor
del rebaño, sino como impostor y timador, dando a sus fieles un mal rato y un escándalo,
en lugar de la paz que da tener al rey san Luis como patrono en el cielo.
Esperemos no tener
más pesadumbres como esta en un futuro cercano, aunque no nos sorprendería tenerlas, porqué como dijimos antes, siempre hay un imbécil al que se le ocurre alguna nueva burrada.
Nota
aparte
Encontré en mi
biblioteca, un devocionario a San Luis, compuesto en los años noventa por el
excelente obispo Juan Rodolfo Laise, entre sus páginas encontramos la siguiente
oración:
Oración a San Luis Rey
Patrono de la Provincia y Diócesis de San Luis
fiel interprete y ejecutor de las enseñanzas cristianas
recibidas de tu santa madre, Blanca de Castilla;
Cristiano de fe cabal, en la Presencia real de
Cristo en la Eucaristía
Y en la luminosa comprensión de su Redención liberadora;
Ejemplar heroico, para la juventud, en la
virtud de la pureza
y para padres y esposos, en las virtudes domesticas del hogar;
Gobernante justo y defensor valiente de la
Patria y de la Iglesia;
solícito servidor del necesitado en el ejercicio de la caridad cristiana
y longánimo distribuidor de los vienen de la tierra.
Intercede por tus hijos y peregrinos: la Fe,
que se apoya en Dios,
para luchar con valentía contra todas las manifestaciones del mal
y ser testigos fieles de Cristo, Maestro y Salvador;
La constancia en la práctica de las virtudes
cristianas;
la esperanza en los bienes que no perecen
y en la acción providente del Padre.
La caridad ardiente a Cristo Jesús y el amor
solícito en el Espíritu
al servicio de nuestros hermanos. Amén.
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